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jueves, 3 de octubre de 2024

Estamos en el horno y con temperatura (casi) máxima

 

Era imposible que Irán no respondiera a las acciones bélicas de Israel contra Hizbolá, en el Líbano, después de que el gobierno de Netanyahu ordenara los bombardeos hasta la misma capital, Beirut, provocando una nueva ola de muertes entre los líderes chiitas. Entre ellos, el máximo líder, Nasralá, provocando a su vez una masiva huida de casi un millón de habitantes de esas regiones atacadas y la muerte, según los medios periodísticos, de alrededor de mil personas. El infierno terminó por desatarse cuando Irán lanzó unos doscientos poderosos misiles de largo alcance, muchos de los cuales hicieron impacto en objetivos militares, según informaron fuentes gubernamentales en Teherán. Israel y EEUU desmintieron, como no podía ser de otra manera, que ese ataque hubiese tenido el éxito que los clérigos iraníes y sus fuerzas militares anunciaban. La cúpula de acero israelí y los misiles norteamericanos, disparados desde los buques de guerra, evitaron que la gran mayoría de esos ataques tuvieran éxito.

Ambos bandos reclaman estar defendiendo su propia seguridad y es notable como el giro mediático de la prensa amiga occidental, titula como operación especial, incursión limitada, la invasión de Israel al Líbano, también la llamaron así a la invasión de Gaza, mientras lo que Rusia hizo desde hace más de dos años en Ucrania es una invasión. Todos los que protagonizan estos ataques ignoran las mismas reglas de la ONU que ellos mismos votaron. La manipulación de nuestras conciencias por estos medios, el doble discurso y rasero para describir lo que ocurre en esos diferentes frentes, es notable. La hipocresía de los voceros de la Casa Blanca y sus aliados, justificando la matanza de palestinos y ahora de los libaneses, es una muestra más  de cómo se califican y denominan estos ataques militares en perjuicio de los pueblos que, una vez más, son los que pagan con sus vidas y mutilaciones, la guerra desatada por los intereses de los países hegemónicos, que solo buscan defender las riquezas y recursos naturales, o conquistar nuevos territorios  en busca de nuevos yacimientos de esos recursos naturales que son para hacer negocios, no para compartirlos en este mundo que se rompe. Ese es el objetivo de Netanyahu y su gobierno psra crear el Gran Israel sin pelestinos en el territorio, según sus propias declaraciones. 


El cinismo tiene uno de esos ejemplos que rompen los ojos cuando el New York Times o el Washington Post hablan de los grupos terroristas como Hamás y Hizbolá, calificándolos de proxis de Irán, es decir grupos armados que combaten a Israel en nombre de los ayatollahs iraníes. Sin embargo, que son Israel y Ucrania en sus destacados papeles contra Rusia e Irán? No actúan acaso como proxis de EEUU? Es la misma función aunque las circunstancias sean diferentes, pero en esas guerras las armas, la logística y la inteligencia la aporta Washington a esos dos países aliados, llevándonos cada vez más cerca a una nueva catástrofe mundial, esta vez con miles de ojivas nucleares que pueden terminar con todas los habitantes del planeta si estos gobernantes que apuestan el todo por el todo y toman decisiones sin importarles las consecuencias. Lo preocupante es también como los movimientos pacifistas han desaparecido del escenario cuando el riesgo de una guerra nuclear tiene los resultados que vimos en Hiroshima y Nagasaki. Hemos olvidado esa catastrófica tragedia o nos han convertido en seres tan indiferentes y estúpidos que nos da lo mismo si caen sobre nuestras cabezas esas bombas?


Eso es lo que predica Netanyahu y su gobierno para que exista una excusa para atacar a Irán. Eso es lo que pide Zelenski en Ucrania, para extender la guerra al interior de Rusia. Los neoconservadores de EEUU, aliados con el poderoso sionismo internacional, están dispuestos a sacrificar a los ucranianos y a muchos israelíes en su estrategia de impedir que Rusia, India y China, entre otros, sigan avanzando en el establecimiento de un mundo multipolar. Esa nueva realidad terminaría con el dominio del dólar y probablemente con toda esa estructura militar estadounidense, desplegada por todos los continentes y con cientos de bases distribuidas por el mundo, que se verían obligadas, por falta de recursos, de abandonarlas y perder así su poder de control y disuasión. No están ahí para defender la democracia ni las libertades, están ahí para defender sus intereses geopolíticos y económicos, les importa un bledo las consecuencias para los habitantes de esos países, que como vemos, retroceden en derechos y calidad de vida, para alimentar las máquinas militares que reclaman cada día más presupuesto.


Muchos titulares en los medios y en las redes, por streaming, anunciando un futuro incierto, violento y, en el peor de los casos, un retroceso a la edad de piedra donde solo las cucarachas podrán sobrevivir en caso que se desate una guerra termonuclear. En lugar de poner todos nuestros esfuerzos e ideas para crear un mundo más justo y sustentable, estamos creando las bases para nuestro propio colapso como civilización. Me pregunto si eso es lo que pretenden esas élites neoconservadoras al ver amenazadas sus fortunas e intereses. Lo triste es ver, entre otros fenómenos aberrantes, como los países escandinavos, que en décadas pasadas eran de los pocos que trataban de intervenir y mediar en los conflictos, en medio de la guerra fría, ahora están entre los más entusiastas en azuzar en la conciencia de sus pueblos la idea de que la guerra está a la vuelta de la esquina, que es inevitable, que hay que prepararse, llenar el sótano de agua embotellada y comestibles, porque el oso ruso está agazapado, o el dragón chino viene echando fuego,  y tenemos que sobrevivir a los despiadados zarpazos y al fuego aniquilador. Querer desmembrar a Rusia, rodearla de países miembros y con tropas de la OTAN, nos puede llevar a ese infierno tan temido.

1 comentario:

  1. Una descripción bastante objetiva en su contexto. Para referirse a los hechos históricos en el cual un nefasto Hitler amenazó al mundo y aniquiló en un holocausto el cual fue frenado y destruido.
    En ese entonces se tenía que tener una posición y esa fue de condenar el propósito de esos seres nefastos.
    Hoy día ocurre lo mismo con Israel y en lugar de frenar ese holocausto se alienta y defiende por los EE.UU y sus aliados de la OTAN. La historia dará razón a aquellos que protestaron en contra de esta matanza.

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