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lunes, 15 de noviembre de 2010

Mona pateó el tablero y se va

Una vez más la presidenta del partido Socialdemócrata sueco, Mona Sahlin, dió un golpe de timón al curso que llevaba su partido después de la derrota electoral de septiembre pasado. Renunció y dejó la pista libre a una batalla interna que seguramente será muy dura. Además pidió al resto de la dirección del partido que también presenten su renuncia así el congreso extraordinario que debería realizarse en marzo próximo pueda elegir a un/una nuevo presidente y un nuevo comité ejecutivo.

Esta inesperada movida de Mona Sahlin rompe una larga tradición dentro de su partido cuya rutina era sustituir su dirección en forma ordenada y sin mayores sorpresas.
Su argumento principal en la conferencia de prensa fue que no tiene un apoyo cerrado en la estructura del partido, y ese cuestionamiento ha sido demasiado intenso como para seguir el frente del partido cuando el mismo necesita una revisión total de su política. En pocos años la socialdemocracia ha pasado de tener un apoyo de más del 40 por ciento del electorado a apenas el 29 por ciento en las últimas elecciones, y la hemorragia no cesa. Algo que no es único para la socialdemocracia sueca. En el resto de Europa los partidos socialemócratas pasan por el mismo proceso de reconversión para evitar nuevas derrotas electorales,aunque nadie sabe a ciencia cierta cuál es el camino que emprenderán.

La socialdemocracia sueca se parece a un avión cuyo piloto ha perdido el control del mismo, y si no ocurre un cambio de estratega en los mandos, el riesgo es que se estrelle y pierda totalmente su influencia sobre una sociedad que durante muchas décadas moldeó y desarrolló como una alternativa al capitalismo liberal y al comunismo soviético a partir de la 2a Guerra Mundial. El Estado de Bienestar ha sido su panacea que muchos otros países han admirado e incluso envidiado al ver una clase obrera y unos patrones tan avenidos a los compromisos para evitar huelgas y lockoutsy así mantener la actividad productiva sin interrupciones.
 Ahora se abre un período donde la lucha por el control del partido sin dudas ayudará a crear titulares en la prensa que en otros tiempos eran bastantes impensables, ya que la interna de esos procesos se hacían en forma muy disciplinada y donde cada uno sabía cuál era el lugar a ocupar.

La crisis de la socialdemocracia sueca es un buen ejemplo de cómo una organización que vive con una estructura del siglo pasado, de pronto puede caer como un castillo de naipes y envolverse en una dura lucha por el control de la misma.

Por un lado los tradicionalistas con su visión de que lo que se necesita es un líder con los viejos principios de que la alianza entre sindicatos y partido es la clave para seguir teniendo posibilidades de retornar al gobierno.
Un estado fuerte y vigilante, una severa política impositiva y un sector público de servicios que pueda fortalecerse frente al avance de las privatizaciones emprendidas por los dos últimos gobiernos de centro-derecha. Esa política debe imponerse a la exigencia que hacen los empresarios para que sea el mercado el que decida sobre la política a seguir en cuanto a salarios y seguros sociales, al mismo tiempo que piden leyes laborales más flexibles para afrontar sus necesidades.

Los renovadores en cambio buscan extender su influencia sobre los sectores que hasta ahora están bajo la influencia de los partidos de centro-derecha. Pequeño empresariado, trabajadores independientes, funcionarios públicos con puestos de alta jerarquía,  que crecen en cantidad y superan ya en número a la antigua clase obrera. Pero esto exige alejarse de las clásicas políticas de un reparto más equitativo de la riqueza . Por el contrario la estrategia marco es fomentar las ganancias de esos sectores dándoles facilidades y menos carga impositiva aunque sin llegar a los extremos que busca el neoliberalismo imponer con su ofensiva. Algo que los sindicatos ven de todas formas como un camino que los debilitará irremediablemnte y que romperá la clásica redistribución de la riqueza que llevó a la socialdemocracia al poder como alternativa a políticas más radicales predicadas por partidos comunistas y otras organizaciones de izquierda.

En este momento la lucha interna se concentrará en quién/quiénes serán los que se perfilan para asumir la dirección del partido, pero detrás de esas personas están sin dudas las estrategias que el partido seguirá en el futuro. Habrá compromiso o rompimiento total?
Mona Sahlin fue la dirigente que menos duró como tal. Asumió en 2007 e hizo cambios importantes en cuanto a estrategia electoral. Se alió electoralmente por primera en la historia de la socialdemocracia con los verdes y con el partido de izquierda creyendo que esa alianza los llevaría a ganar las elecciones. Se equivocó, reconoció su error,  y ahora abandona el avión aunque puso el piloto automático hasta marzo.

En esa cabina del piloto se inicia ahora la lucha por quién se adueñará del timón, una lucha que tiene un final incierto. En todo caso el camino a elegir dejará a muchos en el camino, gane quien gane. Por eso no es de dudar que muchos comiencen a revisar el estado de sus paracaídas... por las dudas de que les llegue la hora de saltar al vacío junto con Mona.

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