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domingo, 12 de junio de 2011

Disparen sobre el mensajero

Un modelo de burkini para adultas.
"A qué se dedican ustedes lo periodistas? Apoyan la opresión a la mujer? Esto es islamización!" me reprochaba un lector/oyente por una nota periodística que publiqué en internet, en el sitio de Radio Suecia Internacional. El tema que provocó la reacción de esta persona fue un reportaje que hice sobre un proyecto cuya finalidad es enseñar a nadar a chicas musulmanas cuyos padres se niegan a que sus hijas expongan sus cuerpos ante otros niños o jóvenes, y por supuesto ante los adultos.
Estos son los antecedentes: el proyecto comprende chicos menores de 19 años y la razón del mismo es que más de la mitad de los doce niños que se ahogaron en las playas suecas en 2010, pertenecían a grupos étnicos provenientes de Medio Oriente o África. Respaldado económicamente por Loterías del Estado, este programa es implementado por la Asociación sueca de Guardavidas (antiguos salvavidas) que capacita y entrena a la mayoría de los miles de profesores de natación y guardavidas que hay en el país. Esta organización  es independiente y tiene como meta para este verano la misión de capacitar, fuera de sus programas habituales, a  doce profesores de natación de distintas etnias. Cada uno de ellos domina por los menos dos idiomas, es decir el sueco y además la lengua original del alumno, sea esta el árabe, el somalí, el bosnio, el curdo o el asirio. También los padres de estos alumnos están involucrados en esos cursos de natación. La razón es muy sencilla, como los padres les impiden a los niños aprender a nadar en la escuela, lo que en realidad es obligatorio para todos los alumnos aquí en Suecia, la idea es que a través de estos cursos comprendan que lo peligroso no es el agua, sino la ignorancia de cómo comportarse cuando un niño quiere jugar en el mar, en un lago o en el río.

Hasta aquí todo correcto y no habría espacio para que alguien reaccionara contra el proyecto, y quien se ocupó de difundirlo a través de una nota periodística. El asunto es que como algunas familias musulmanas se niegan a que esos cursos se realicen en las playas o en lugares abiertos, la Asociación de Guardavidas ha conseguido que los mismos se realicen en piscinas cerradas. Además se ha diseñado una malla de baño especial, un burkini o burkamalla, como le llaman irónicamente algunos, que cubre totalmente desde la cabeza a los pies el cuerpo de las niñas.
Es aquí donde los vigilantes de las costumbres de la etnia nórdica se horrorizan porque no está dentro de los parámetros del comportamiento de niños y adultos de este país escandinavo. La ultraderecha es la que se ocupa de tal vigilancia de valores y costumbres suecas, siempre temerosa del contagio con otras culturas, y ve este proyecto como un triunfo de los islamistas. Estos radicales del Islam obligan a las instituciones suecas a doblegarse ante sus exigencias y la sociedad está siendo minada abierta y mezquinamente por los islamistas que ganan permanentemente terreno, según ellos, a través de la construcción de nuevas mezquitas, y de la aceptación de parte de la sociedad de costumbres y conductas, principalmente dentro del círculo familiar, ajenos a las costumbres occidentales. Es una forma de ver esa realidad que a veces compartimos, como por ejemplo, cuando se obliga a las adolescentes a casarse con hombres que no conocen, lo cual es una forma patriarcal de imponer un poder que hoy es raro que ocurra en las familias educadas en un estilo de  vida moderno y de mentalidad liberal.

Cuando se profundiza en el tema de los cursos de natación se ven las variadas aristas que tiene el problema que causa el hecho de que muchos niños en general, y algunos hijos de musulmanes en particular, corran el riesgo de ahogarse si es que tienen la oportunidad de ir a una playa. Muchas de esas familias que han llegado a este país jamás tuvieron contacto con el agua de la misma manera que los escandinavos, rodeados de mar, lagos y ríos por todos lados. Vienen de regiones desérticas donde al agua apenas alcanza para lo más básico o de otros lugares donde la natación ha sido algo extraño a sus costumbres. Al llegar aquí como inmigrantes o refugiados, se encuentran con que sus hijas, porque los hijos no tienen ese problema, también quieren aprender a nadar junto a sus compañeros de clase en la escuela. Pero los prejuicios, ya sea por una mala interpretación de la religión, o por ignorancia, impiden que esas chicas puedan compartir esas clases de natación. Qué hacer entonces? Dejar que esas niñas sigan aisladas y temiendo meterse en el agua, oprimidas sí por una cultura patriarcal que no ve más allá de su nariz? O buscar un camino intermedio que rompa con ese aislamiento y opresión a través de una fórmula que impida a esos padres decir que no a la posibilidad de aprender a nadar? Esa es la solución que la Asociación sueca de Guardavidas ha encontrado para darle la posibilidad a esas chicas de divertirse y perderle el temor al agua. Y además enseñarle a sus padres que ese elemento tan esencial para la vida humana, también puede ser un medio para divertirse. Entonces, contribuye esto a la islamización, o por el contrario, rompe el cerco de la ignorancia, libera de la opresión a las niñas y ensancha el conocimiento y la visión que se tiene sobre el mundo, tanto para esas chicas como para esos temerosos padres? Y por más que ellos busquen no encontrarán en los escritos religiosos que Alá u otro dios todopoderoso, impide que el ser humano sea amigo del agua. La ignorancia y la estupidez está en todos nosotros cuando no queremos ver lo obvio, pero sin duda que a pesar de ellas, siempre hay una fórmula para escapar de esa ceguera, o neutralizar a los que con su propaganda quieren sembrar el odio para llevar agua a su molino. Pero el agua es de todos.







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