Los últimos acontecimientos
ocurridos en Paraguay cuando se destituye al electo presidente Fernando Lugo,
demuestran cómo los conflictos políticos en la nación paraguaya se
resuelven de una forma no violenta, pero dejan fuera de juego principios
fundamentales de respeto a las instituciones cuando más le conviene a los protagonistas del "golpe blando", aún cuando
hay una fachada de legalidad. Una muerte política que ya estaba anunciada desde
hacía tiempo. Los cables de la diplomacia estadounidense que Wikileaks difundió
por todo el mundo advertía ya hace dos años sobre la conspiración, que sólo
necesitaba la oportunidad propicia para hacerle la zancadilla al ex-obispo.La
acción demuestra qué lejos está Paraguay de ser un país donde la reglas
democráticas se respeten a rajatabla, aún cuando formalmente la constitución le
otorgue el derecho al parlamento de destituir al presidente. Pero la rapidez
con que todo ocurrió tuvo la clara intención de detener cualquier reacción de Fernando
Lugo y de quienes todavía lo respaldaban. Los poderosos terratenientes paraguayos
y otros sectores que quieren volver al pantano corrupto de los gobiernos
colorados sin más disfraces formales de pluralismo político, no dudaron en
tenderle una trampa a Lugo para que se precipitara al vacío, con la complicidad
del otro partido, el Liberal, que respaldaba hasta ese momento al
ex-presidente. Bastó usar un artículo de la constitución para que el Congreso y el senado en particular, le
iniciaran un juicio sumario para derrocarlo por la muerte de 11 campesinos y 6
policías, en un enfrentamiento originado por una toma de tierras en el
latifundio de Blas Riquelme, dirigente del partido Colorado. Un desalojo que el
propio gobierno y su ministro del interior Carlos Filizzola habían ordenado
apoyados por un Congreso donde muchos de sus miembos son justamente
terratenientes.
El golpe fue
maquiavélico, porque al mismo tiempo que se destituía a Lugo se cerraba la
posibilidad de investigar por una comisión respaldada por la OEA, cómo y porqué
se desató ese enfrentamiento armado y quienes fueron realmente sus
protagonistas detrás de los que perdieron la vida en aquél escenario. Por lo
menos ese había sido el mensaje de Lugo si es que realmente intentaba aclarar
algo. La desesperación de los campesinos
sin tierra es también el reflejo del fracaso del ex-presidente de entregarles
las tierras que prometió en su campaña electoral, donde asumió como el campeón
de los humildes. Algunos grupos de izquierda y las organizaciones campesinas lo acusan de
hacer acuerdos con los latifundistas y los empresarios sojeros, en vez de
atender las demandas campesinas apenas asumió la presidencia. Además su poder
político estaba respaldado por una frágil organización, Frente Guazú,
que hábilmente apoyó el partido Liberal para destronar al partido Colorado, esa
herencia stronista que todavía planea como una sombra sobre la sociedad
paraguaya. Mala suerte para Lugo y los paraguayos que creyeron que esta vez era
posible obtener más justicia social, menos corrupción y con suerte más
transparencia en la gestión política.
Este “golpe blando” terminó aislando políticamente
al actual gobierno en el continente, se confirmó ayer en Mendoza cuando los
representantes del Mercosur así lo acordaron y luego Unasur se sumó a la medida.
Aunque económicamente no habrá sanciones para no perjudicar a la gran mayoría
de paraguayos hay que preguntarse si esto alcanza. Muy loable de los
presidentes del bloque del Mercosur y Unasur, pero porqué no sancionar
económicamente a los responsables del golpe individualmente? A los dirigentes
iraníes y sirios por ejemplo, EEUU les ha congelado las cuentas y otros fondos, entre otras
medidas. Si la Casa Blanca realmente repudia lo ocurrido en Paraguay, algo que
no parece estar muy claro, debería apuntar sus droners a las cuentas que con toda seguridad tienen muchos de los
cómplices del actual gobierno liderado por el presidente Federico Franco en
bancos estadounidenses. Y lo mismo deberían hacer los gobiernos
regionales para demostrar que las sanciones no son más que un gesto simbólico.
Porque esperar para darle la bienvenida a Paraguay nuevamente después de las
próximas elecciones de abril del 2013, suena tremendo, pero no es más que ruido
de tambores en el chaco paraguayo , que retumba a falso en el corazón de los
campesinos pobres que han quedado más aislados que nunca con la amenaza de
nuevos desalojos violentos de las tierras ocupadas. Porque las próximas elecciones qué tipo de gobierno se puede esperar ahora que todas las riendas del poder están en los que se complotaron para destituir a Lugo? Lo mismo que la sombra de Franco en
España, la de Stroessner sigue
planeando sobre Paraguay.
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