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sábado, 10 de agosto de 2013

Un perfecto caso para la teoría de la conspiración

Los que siguen las noticias de España no podrán haber evitado observar como aumenta la tensión entre España y Gran Bretaña por el tema del peñón de Gibraltar. Un aumento de la tensión que se produce justo en el momento en que el gobierno y las Cortes se fueron de vacaciones con el escándalo de los papeles de Luis Bárcenas, ex-tesorero del PP pisándoles los talones, y otros tantos casos de corrupción que azotan la sociedad española y donde los políticos están dejando la peor imagen del país, de lo que hasta hace poco llamaban "la marca España".

Pues bien, en medio de todo ese jaleo de pronto aparece la "crisis" del peñón y los espíritus patrióticos se inflaman de indignación. Los medios corren a prenderse de la verja que separa el enclave con el resto de España. Alguien recuerda la invasión de las Malvinas cuando la dictadura militar buscó la excusa para que la opinión pública se volcara a su favor? Pues a mí me huele que en esta ocasión estamos frente a un caso parecido. No tengo pruebas ni fuentes a que citar. Pero opinar sobre una crisis que imprevistamente enciende la mecha de la discordia entre dos países amigos, los dos con gobiernos conservadores y sin mayores diferencias en cuanto a ideologías y políticas económicas, es una tentación, un ejercicio para buscar si hay una trama en el lado oculto de la luna.

Sí, es una teoría conspirativa pensar así, que entre el presidente del gobierno español Mariano Rajoy y el primer ministro británico David Cameron hubo un acuerdo para desatar una crisis que distraiga la atención de la opinión pública de los casos de corrupción y los malos resultados en las encuestas de opinión, en este caso para ambos. Porque no hay mejor apuesta que un conflicto internacional para adormecer las conciencias nacionales y justamente, en este caso, exaltar el espíritu de lucha contra el viejo poder colonial británico, antiguo rival que humillara a los reyes de España,  entre otras fechorías, con los abordajes del pirata Morgan. Quién roba a un ladrón tiene cien años de perdón, pensaría el famoso pirata cuando cargaba las arcas llenas de objetos de plata y oro robada a los indígenas americanos. Todo comenzó oportunamente cuando España consideró como "un atentado evidente al medio ambiente  la decisión del Gobierno del Peñón de lanzar en la bahía de Algeciras el 24 y 25 de julio, numerosos bloques de hormigón con hierros salientes de medio metro. Los gibraltareños aseguran que el objetivo de estos bloques es crear una escollera artificial que sirva para regenerar la vida marina en esa zona y evitar la pesca con artes de arrastre que usan los pesqueros españoles. El País- 10-08-13). La oportunidad de esta "crisis", incluso con naves de guerra británicas acercándose casualmente a las costas españolas, mientras se discute la excesiva tarifa de entrada al peñón, o porque las colas de coches son de tres o cuatro horas por los controles a los automovilistas, motivo por el que se quejan los del Peñón, enrarecen el clima entre los dos países mientras se llama al "diálogo sensato". Como dijo Hamlet en su momento: "Algo huele a podrido en el reino de Dinamarca". Será que el Peñón huele a lo mismo?

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