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miércoles, 15 de mayo de 2019

Guerra comercial con el Dragón de Oriente


En estos días el águila americana sobrevuela el territorio de EEUU lanzando graznidos que elevan a un 25% el porcentaje de los aranceles de un importante número de productos chinos por un valor de 200 mil millones de dólares. Por su parte el Dragón de Oriente es un poco más cauto y respondió con medidas similares elevando sus aranceles por 60 mil millones de dólares, reservándose quizá la munición de grueso calibre en su lengua de fuego, probablemente para más tarde. La conocida paciencia china confuciana. Nada de premura. ”Veamos cuál es el próximo graznido del águila”, en otras palabras.
 Cumbre entre chinos y norteamericanos
que finalmente han caído en una espiral de fracasos.

Con su tono falso y bravucón el presidente Donald Trump promete lo que probablemente no pueda cumplir: ganar esta batalla a los chinos con milenios de experiencia en manejar a sus rivales en negociaciones complicadas y una economía dirigida por el PCCh sin oposición a sus políticas, en pleno período de  expansión a otros continentes desde hace ya décadas, abriendo nuevas rutas comerciales de la seda. Lo hace además con inversiones en infraestructura lo que abre nuevas oportunidades para el desarrollo de esas regiones con carencias y escaso comercio, sin otras armas que capital y tecnología. Además cuenta con una población de más de 1700 millones de habitantes acostumbrados a los sacrificios desde hace generaciones, y en general leales a su gobierno, por convicción u obligación.

China es una potencia que a Trump le costará quebrar antes de que él mismo se derrita. Porque en su frente interno muchos republicanos y muchos más demócratas están furiosos y temerosos de que el bumerán lanzado regrese y le rompa la crisma al potentado del edificio que lleva su nombre en Manhattan. Y no sólo en el Congreso están preocupados, también los productores de soja, maíz, sorgo y de otros productos ya elaborados en la cadena agroalimentaria comienzan a intranquilizarse porque los derechos de aduana suben en China en la misma proporción que Trump impuso a los productos chinos. Y esto significa que los países sudamericanos obtendrán una ventaja comparativa en la competencia por el mercado chino.
Con esta agresiva estrategia de quebrarle el espinazo a China lo que pretende Trump es ganar la carrera tecnológica en la que el país asiático ha entrado de una manera vertiginosa desarrollando Inteligencia Artificial, software y aplicaciones en teléfonos inteligentes, computadoras e investigando las posibles ventajas de la unión de la bio-tecnología e info-tecnología en proyectos que le darán ventajas que serán muy difíciles de superar sino se coopera entre las naciones. Algo que para Trump con su consigna ”USA first” parece imposible.

Una guerra comercial no sólo afecta a los dos países, también al resto del mundo, pero Trump es por ahora aparentemente indiferente, las bolsas de Londres, Nueva York, París, etc. montadas en la montaña rusa caen en picada y suben rechinando dientes a medida que pasan los días y la desesperación cunde, poniendo a la economía mundial al borde de una recesión. Palabra maldita en los países capitalistas donde los consumidores tienen la fuerza del voto para pegarle una patada en el trasero a los presidentes o primeros ministros que no sepan capear el temporal. Consecuencias? Un PIB menor, empresas que se cierran, creciente desempleo, mayor déficit en las cuentas del estado, manifestaciones y protestas por la pérdida del salario real y la obligada rebaja de las pensiones y mucho, mucho más.

En tanto el Sr Trump envía su flota al Golfo Pérsico para darle una lección a los ayatollahs de Irán, amenaza invadir a Venezuela, nuevas sanciones a Cuba. Y quien sabe contra cuántos otros regímenes se viene calzando los guantes de boxeo para seguir con su política de un imperio que se tambalea a pesar que él afirma a gritos lo contrario, y corre al rincón del cuadrilátero golpeándose el pecho. Porque esos son los síntomas cuando un gobierno empieza a romper los tratados con el resto de los países, enviar a sus fuerzas armadas a apagar incendios que entiende son un desafío a su poder y dominio del mundo. Esa ha sido su estrategia en lugar de usar la alternativa de integración y unidad, respetando soberanías y la autodeterminación de los pueblos, fortaleciendo la ONU y las organizaciones internacionales. 

Probablemente recapacite o lo obliguen a recapacitar y al final se llegue a un acuerdo entre chinos y norteamericanos, y ambos salven su honor con una foto para la tribuna, pero el daño ya está hecho, y restaurar las heridas llevará tiempo. En el peor de los casos en que las cosas salgan mal apuraremos, junto con la subida del dióxido de carbono en la atmósfera, que por el contrario tenía que haber disminuido, el final de nuestra existencia salvándose con suerte las cucarachas.


Suena terrible, pero la catástrofe ecológica, climática y los tipos como Trump que hacen todo lo posible por empeorarlo, contribuirán a apagar el único planeta conocido donde la vida floreció durante milenios. Esperemos que no.

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