Elecciones en EEUU.

 Poco probable pero no imposible 

Ilustración del periódico danés
Politiken   

Las encuestas sobre el resultado de las elecciones de EEUU el 3 de noviembre han estado mostrando la ventaja de Joe Biden sobre Donald Trump en repetidas ocasiones y sin mayores concesiones. Si bien las ventajas publicadas se han ido reduciendo a medida que las bases de apoyo del presidente han ido movilizándose, el margen le daría hipotéticamente el triunfo al candidato demócrata

Pero la llamada democracia norteamericana tiene sus bemoles a diferencia de otras, donde el candidato con más votos gana las elecciones. Como sabemos los 50 estados más Washington DC eligen electores no al presidente. O sea son elecciones independientes para cada estado. Y en cada estado salvo dos excepciones, el partido ganador se lleva a todos los electores. No hay reparto. Y en total se necesitan 270 electores que serán  los que luego elijan quién sentará sus reales en la Casa Blanca. Y es aquí donde los republicanos tienen una oportunidad a pesar de que el resultado muestre que a nivel nacional recibieron menos votos. Ocurrió en la elección pasada cuando Hillary Clinton superó por más de dos millones de votos a Donald Trump, y sin embargo perdió porque no tuvo mayoría de electores.

En teoría serían cuatro estados (de los 50+1) que podrían definir con sus electores
quién será el que asuma la presidencia en base a una jugarreta. Se trata de los estados bisagra Arizona, Michigan, Pensilvania y Wisconsin, según los datos manejados por los expertos, todos estados republicanos, donde los demócratas amenazarían desplazarlos, según las encuestas.  Como también sabemos que Donald Trump ha repetido en varias ocasiones que él no se reconocerá perdedor si existe la convicción (suya y la de sus adherentes) de que hubo fraude de los demócratas. 

Para eso tiene una movida que es constitucional según los expertos: detener el conteo de los votos por correo. 

A saber: es de rutina que mayoritariamente los republicanos votan en los locales el día del sufragio y los demócratas por correo. Si la tendencia es como ha ocurrido en otras elecciones , es decir que al momento de contar los votos los demócratas comienzan a descontar y amenazan superar a los republicanos cuando se abren los sobres llegados por correo, entonces los representantes y abogados del partido de Trump irrumpen en los locales y ordenan detener el cómputo de los votos. Y hay antecedentes. En el año 2000 cuando George W Bush y Al Gore disputaban la presidencia en el Estado de Florida, se definió el número de electores a favor de los republicanos de la siguiente manera: en el condado de Miami-Dade, el más poblado de ese estado, representantes de los republicanos detuvieron la computación de los votos cuando se veía la tendencia de que Gore superaría a Bush. Machiavélicamente utilizaron un derecho basado en el falso alegato de que había ocurrido un fraude. Y Bush fue presidente.

Del mismo mecanismo puede servirse Trump ahora afirmando además de que lo que vale es el resultado ”de la noche del 3 de noviembre”, lo que implica que borra de un plumazo los votos por correo que se abran y cuenten después. Los abogados  de los demócratas podrán apelar a la Suprema Corte de Justicia que como sabemos está dominada por los jueces nombrados mayoritariamente por los republicanos y su presidente. Y a favor de quién creen que fallarán estos incorruptibles hombres y mujeres de la Suprema Justicia norteamericana? Este es solo uno de otros escenarios donde Trump y los republicanos pueden cuestionar el resultado en caso de perder.

Trump es una persona sin escrúpulos y hasta se ha dado el lujo de llamar a las milicias de la ultraderecha a defenderlo en caso de que se planteen estas dudas y acusaciones de fraude. Un escenario cada vez más oscuro de un país en decadencia y que se resquebraja no con una, sino en muchas grietas.