Los presuntos autores del atentado terrorista antes de ejecutar la matanza, en Moscú, foto difundida por ISIS-K |
Es evidente que los organismos de seguridad rusos fallaron estrepitosamente en resguardar una concentración de más de seis mil personas, en un local donde cuatro terroristas entraron como perico por su casa, disparando a diestra y siniestra, sin que hubieran previsto un ataque de esa dimensión, ni guardias de seguridad ni policías que detuvieran a los atacantes de ese local repleto de civiles indefensos. Putin creerá ser el Señor de los Anillos y su reino inexpugnable, pero los islamistas, deseosos de vengarse de la catástrofe sufrida en Siria en manos de los rusos, entre otros, están decididos a cometer ataques que vulneren su credibilidad ante la opinión pública que lo votó masivamente, si creemos en los resultados oficiales. ¿Le sucedió al Kremlin lo mismo que le ocurrió a Israel el 24 de octubre pasado, cuando el Mosad no previno el ataque de Hamás, a pesar de recibir las advertencias de un inminente ataque terrorista? Lo que vino después es una típica manipulación para el público local, es decir, acusar sin pruebas, la siniestra complicidad de Ucrania en el atentado contra civiles y, de paso, meter más odio entre los rusos contra los vecinos invadidos. Así también se justifican los ataques indiscriminados con bombas y misiles. La censura en Rusia ha crecido tanto que prácticamente no hay fuentes alternativas, si no es por las redes sociales provenientes de otros países, que pueden estar llenas de información falsa o medias verdades.
Muchos se preguntan, después de lo ocurrido, porqué no había policías ni personal de seguridad en el lugar donde más de 6000 personas estaban presentes, con una advertencia de EEUU y Gran Bretaña a los residentes norteamericanos y británicos en Rusia, sobre posibles ataques terroristas, tres días antes de que ocurriera, en un país en guerra como está Rusia, donde proteger a sus civiles debería ser la prioridad número uno. Cómo fue posible, es imposible dejar de preguntarse, que cuatro individuos armados, entraran en el local de conciertos Crocus y, abriendo fuego indiscriminado durante varios minutos, mataran a más de 130 personas o más, hirieran a 160 o más, ya que hay todavía desaparecidos y heridos graves.
La complejidad de las situaciones y de la información que corre por las arterias digitales del planeta, entre lo falso y lo verdadero, evidentemente puede llevar a la indeseada pasividad de los cerebros humanos que estudian, junto a la Inteligencia Artificial disponible, el desarrollo y los planes de quienes se han propuesto llevar adelante, en este caso, una guerra contra los infieles y los apóstatas. Aunque también entre cristianos se masacran en nombre de Dios.
Si alzamos la mirada hasta Medio Oriente y vemos lo que sigue ocurriendo en Gaza, la hambruna por la que está pasando la población y la indiferencia de Israel, convertido en la misma Ira de Jehová, lo que demuestra que el gobierno de Netanyahu y la élite religiosa ultraortodoxa, arrastran a millones de palestinos al mismo destino que los nazis llevaron en sus guetos a los judíos en las ciudades del este europeo en el siglo pasado. Con la misma pasividad o tibia preocupación de las naciones occidentales. Y si alzamos aún más la mirada, en el Mar Rojo y en el Líbano se ha iniciado un precalentamiento de lo que puede ocurrir si los ataques hutíes desembocan en unas represalias de EEUU y Gran Bretaña a gran escala, para impedir el bloqueo del Mar Rojo y del estrecho de Sinaí.
Sociedades como la mexicana, argentina, haitiana, salvadoreña, ecuatoriana etc etc se están convirtiendo en campos de batallas culturales y sociales, donde la distopía está a la vuelta de la esquina, si no es que ya se instaló para asegurarle a las élites económicas un poder político incuestionable de una vez por todas.
Cada vez es más difícil discernir lo que pasa realmente, en ser optimista sobre el futuro de esta dolida y humillada humanidad, que parece estar haciendo un formidable esfuerzo por crear las condiciones para suicidarse masivamente, si las amenazas de usar armas nucleares finalmente se concretaran. Estamos tan acelerados en sacar conclusiones en medio de una inmediatez que asusta a los más desprevenidos, que todo hace pensar en caos y la toma de malas decisiones por quienes poseen el poder y las armas nucleares con las que amenazan a vecinos. Arrastrar a Ucrania en una guerra por encargo, en vez de haber aceptado los llamados acuerdos de Minsk con Rusia. ¿Fue un error de EEUU y los países de la OTAN, que ahora pagan los ucranianos a la décima potencia, a riesgo de ser abandonados por quienes los alentaron a la guerra, como acostumbra hacer La Casa Blanca y el Pentágono, para luego lavarse las manos si no resulta?
¿Porqué llegamos a esta situación? ¿Cómo es posible que no se le pueda poner fin a esta locura en la única instancia que se lograría acordar, por lo menos entre las naciones, el fin de la guerra de Ucrania y de la guerra de Israel contra Hamás, es decir el Consejo de Seguridad de la ONU? Pero no, siempre falta o sobra algo en las propuestas, o bien se es demasiado restrictivo, o ambicioso, en alcanzar un posible cese de la violencia, de la guerra, del genocidio. Un verdadero castillo de naipes resulta ser ese Consejo impotente, atrapado en sus propias contradicciones.
LA OTAN despliega a miles de hombres y armamento en la frontera de Polonia con Ucrania, en maniobras militares que dicen ser disuasorias contra Rusia, pero ¿quién sabe si realmente no es el primer paso para enfrentar al ejercito ruso en Ucrania? El presidente francés Macron anuncia que Francia podría enviar tropas no combatientes a Ucrania para apoyar su resistencia a la invasión. Mientras tanto, el Kremlin anunció en días pasados la creación de dos nuevos ejércitos de armas combinadas, 14 divisiones y 16 brigadas a lo largo de 2024, para proseguir la invasión a Ucrania y militarizar sus fronteras con la OTAN. Un perfecto escenario para la madre de todas las batallas, ¿verdad?
En honor a esa verdad desportillada, los humanos, recurrentemente los de género masculino, han sido los responsables de tales conflictos bélicos, desatados por los intereses económicos y materiales de las élites gobernantes. Tampoco ahora es diferente a lo que ocurrió en épocas inmemorables, con la diferencia de que es más frecuente escuchar ciertas bellas palabras y conceptos. Frecuentemente se disfrazan estas agresiones bélicas con los principios y valores bien lustrados y maquillados como: defensa de la democracia, de la soberanía, de las libertades, de los derechos humanos de las minorías étnicas, religiosas, de la patria amenazada, etc.
No obstante, debajo de todas estas palabras vacías, esos valores y principios son atropellados por los mismos que desde el poder hablan de futuros de paz y bienestar, pero en realidad, se esfuerzan por hacer lo imposible para hacerlos desaparecer. Solo hay que ver a Javier Milei en Argentina y lo que ha logrado con su Viva la Libertad! Carajo! O la campaña de enchastre tóxico a los lideres del Frente Amplio, Yamandú Orsi y Carolina Cosse, por parte del gobierno de Lacalle Pou o de sectores pertenecientes al Partido Nacional de Uruguay. Allí, en mi país de origen, la derecha está devaluando aceleradamente la democracia y la institucionalidad reconquistada después de la dictadura, con ministros y funcionarios corrompidos por el narcotráfico o los negocios opacos, que avanzan inexorables, imitando a todas las derechas más extremas del continente.
Ojalá que la juventud, que ocupa nuevos espacios, no se conforme ni se rinda, allí donde los derechos más elementales son ignorados por el poder, que desea nada menos que convertirlos en sumisos esclavos de la tecnología y odiosos de todo lo colectivo y de las instituciones del estado, que bien administradas y gestionadas, son la única garantía que tiene todo ciudadano contra el atropello de los poderosos. Ese es la gran batalla cultural que les queda por librar. Y que los viejos sigamos remando, aunque la orilla esté muy lejos, bajo la consigna: A no aflojar, carajo!
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