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martes, 18 de junio de 2024

Juguemos en el bosque. Oso ¿estás? Suecia en la OTAN.

Como una ronda de niños jugando en el bosque, anunciando que viene el oso, en este caso, el gobierno y la mayoría de los partidos políticos suecos en el parlamento, se lanzaron a una frenética carrera por alcanzar la membresía en la OTAN, en mayo  de 2022, sin darle a la población la posibilidad de participar en un debate más amplio y profundo sobre del tema, ignorando que el país, automáticamente, dejaba de ser para el oso ruso un blanco no prioritario, en principio, para serlo en el más alto grado. Se manipuló la opinión a través de la gran mayoría de los medios de prensa conservadores, públicos y de la socialdemocracia menos crítica, para lograr el objetivo.

Todo en medio de una campaña del miedo y gracias a Vladimir Putin y su invasión a Ucrania, la cual  significaría una amenaza directa e inminente para Suecia, según el gobierno sueco de la entonces primera ministra socialdemócrata Magdalena Andersson, que con el apoyo de la oposición de centro-derecha, y junto al gobierno de Finlandia, aprovecharon la oportunidad para iniciar el proceso y asociarse a la OTAN ante el temor de un ataque del oso ruso, en mayo de 2022. Con la experiencia de Finlandia de haber estado en guerra con su vecina Rusia, con la cual comparte casi 1400 mil kilómetros de frontera, podría justificarse dicha incorporación. ¿Pero la de Suecia?


No es el caso de Suecia, según manifestaron los Verdes (MP) y el Partido de Izquierdas (V), que se opusieron, y consideraban que Suecia perdería su independencia en política exterior y se aliaría a países con gobiernos autoritarios como Turquía, Polonia  y Hungría, considerando, además, que  hasta ese momento no había señales de que Moscú tuviera intenciones de iniciar algún tipo de maniobras o ataques militares contra el país. Sin embargo, se consideró suficiente la mencionada invasión a Ucrania y la guerra cibernética que ocurre, frecuentemente, a través de atacar a empresas públicas y privadas suecas por parte de hackers, que las autoridades no dudan en señalar como provenientes de Rusia y/o de China, así como episodios de daños a la infraestructura, que si bien no hay pruebas, por lo menos a nivel oficial, se sospecha que pueden existir acciones de sabotaje, por ejemplo, en vías férreas o en antenas de la telefonía celular, etc.


Ahora Suecia inicia el capítulo 2 de este proceso. Defence Cooperation Agreement, DCA, (Acuerdo de Cooperación para la Defensa). Así se denomina el acuerdo que firmaron, en diciembre pasado, Suecia y EEUU, luego que el país escandinavo se uniera (después del visto bueno de Turquía y Hungría) definitivamente a la OTAN, en marzo de 2023. Fue un proceso con el acelerador a fondo, a pesar de que pasaron meses, sin oportunidad para un debate profundo sobre las consecuencias del mismo, y la imposibilidad de llamar a un plebiscito para dirimir si la población aprobaba abandonar la posición de Suecia de estar Libre de Alianzas militares y No- alineación,  con ningún bando en conflicto y en caso de guerra. No mencionemos la antigua neutralidad, porque ya no existía dicha posición internacional desde hacía décadas. Esa posición en política exterior, que había liberado a Suecia de entrar en guerra con sus vecinos europeos por más de doscientos años, fueron tirados a la basura en ese corto plazo, cuando un acuerdo de este tipo necesitaba tiempo para la reflexión y el debate. A través de una campaña del miedo y de teóricos y futuros  ataques rusos en el horizonte, la población fue convencida de que el oso estaba agazapado, esperando su oportunidad, y se asumió la  membresía y la responsabilidad de participar en la Alianza Atlántica. Hoy, 18 de junio, el Parlamento aprobó además el mencionado DCA, un acuerdo que recibió los votos de los diputados de los partidos de gobierno Conservador (M) , Demócrata Cristiano (KD) ,Liberales (L) y el apoyo del aliado de ultraderecha, Demócratas de Suecia (SD) y de la oposición, la Socialdemocracia (S) y el Partido de Centro (C).

Muchos periodistas como Jan Guillou, exdiplomáticos como Hans Blix, antiguos funcionarios de gobiernos socialdemócratas como Pierre Schori, entre otras muchas voces críticas, se opusieron a este proceso de incorporación a la OTAN y al posterior acuerdo de defensa (DCA) con EEUU, que le permite utilizar 17 bases militares suecas de norte a sur, caso único en Europa, e instalar  tropas, armas y realizar maniobras, sin que la ley sueca valga para esas tropas en caso de que los soldados cometan delito. Si sucediera así, serán juzgados por la ley de EEUU. El acuerdo significa una pérdida brutal de soberanía no explicada en toda su dimensión, según los críticos. La muletilla de “así estamos más seguros bajo el ala de la OTAN” fue el argumento más fuerte de los respectivos gobiernos (S) y (M) en su afán de unirse a la Alianza. Aún peor, según algunos  académicos, en el acuerdo no se prohíbe la instalación de armas nucleares en alguna de esas bases, o en los puertos, o en el espacio aéreo,  en caso de que estalle una guerra entre la OTAN y Rusia. Quedará a criterio de EEUU, y si el gobierno sueco se opone, porque está en el acuerdos esa posibilidad ¿realmente se puede creer que la voluntad de la todopoderosa superpotencia no se impondrá al gobierno, hasta ahora sumiso de Suecia, a los deseos y necesidad estratégica de la Casa Blanca en su disputa por la supremacía en el mundo? ¿Acaso no se sacrifica a los ucranianos mandándolos a la guerra contra Rusia cuando un plan de paz estuvo al alcance con los acuerdos de Minsk?


De ser un país neutral y libre de Alianzas militares, en pocos meses Suecia abandona, en el campo internacional, un rol de mediador y defensor de la paz entre las naciones, en abogar por regímenes democráticos y apoyar las fuerzas que defienden la pluralidad y el desarrollo sustentable, ante el avance del autoritarismo y el totalitarismo, y transformarse en parte beligerante en un mundo cada vez más polarizado y violento, con amenazas de usar armas nucleares en caso de que la guerra de Ucrania se vuelque en contra de los intereses de Rusia. Por supuesto, el oso ruso tendrá motivos para trasladar más cerca sus ojivas nucleares y armas de largo alcance, sus tropas y propaganda, apuntando a los blancos estratégicos que consideren más oportunos, de norte a sur de Suecia y sus vecinos. Así estaremos “más seguros”. Oso, ¿estás?

1 comentario:


  1. Suecia encuentra los argumentos necesarios para hacer el país dependiente de la voluntad del imperio estadounidense. Sabemos muy bien las intenciones expansionistas de un país que supone ser impune a las injusticias y complicidad de dictaduras, invasiones , secuestros y guerras sostenidas sin justificación alguna, solo los propósitos expansionistas y El Oro negro.
    El objetivo principal de Suecia es poner en claro que somos un país el cual ya lo único auténtico que nos queda es el Falukorv y bailar en la mitad del verano alrededor de un palo.
    Todos los valores de neutralidad, democracia, libertad de expresión y hasta la entrega del premio Nobel es historia para enorgullecer y decorar los libros de historia. Una historia que ya es un recuerdo.
    Un país forjado a bases de luchas reivindicativas por su pueblo es despojado en menos tiempo de lo que dura un día. Ahora seremos una estrella más en la bandera de EEUU.
    Gracias por un artículo que ilumina y nos recuerda una cruda realidad.

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