Llamarlo terremoto político-económico tal vez sea una exageración. Pero es evidente de que está ocurriendo algo que sacude al viejo sistema depredador capitalista occidental, transformado en un parásito feudal y colonial de los países productores de materias primas y gobiernos dóciles a una oligarquía clientelar beneficiaria de ese sistema. Los BRICS han dicho basta! Con la sutil estrategia china y su política de la Franja y Ruta, y la cada vez más fuerte resistencia de los pueblos del Sur contra la sumisión a la Casa Blanca y al Pentágono.
Lo curioso, como afirman los economistas que tratan de ver qué es lo que ocurre en este mundo sin reglas, caótico, donde la fuerza de las armas busca imponerse contra quienes se rebelan contra lo que EEUU impuso después de la 2aGM, es decir, la economía financiera y comercial basada en el dólar.
El declive de quien ha sido el hegemón del planeta hasta hace bien poco, ha descubierto que permitirle a sus consorcios llevarse la producción industrial a China y otros países del sudeste asiático, ha sido pegarse un tiro en el pie, por no decir en las campanas de su arco del triunfo.
La escuela neoliberal que tantos beneficios le han llevado a las arcas del imperio y sus aliados europeos, al obligar a los países dependientes del FMI y del Banco Mundial, que los endeuda, para obligarlos a vender su propio patrimonio y pagar las deudas, o a los fondos buitres que llegan con una sonrisa de oreja a oreja, un exorbitante fajo de billetes en una mano y un puñal en la otra, para cortarles lo poco o mucho que hayan avanzado en otorgar servicios públicos de salud, educación, vivienda, subvenciones de seguridad social, etc.
Entonces, ¿qué les queda a los países que desean desprenderse de esa red que los atrapa succionando la mayor parte de sus recursos materiales y financieros? Pues no otra cosa que mirar hacia oriente, a ese pañuelo tejido por los gusanos de seda que lo transforman en una ruta sin que tengan que pagar permanentemente a EEUU la injusta tasa impositiva por comerciar usando el dólar como moneda de intercambio. ¡El Sur ha dicho basta! Comerciemos con nuestras propias monedas entre nosotros. Creemos un Banco de Desarrollo para financiar proyectos reales de infraestructura, plantas industriales modernización del agro, ganadería, etc etc.
Lo que hasta ahora parecía imposible, porque el hegemón te daba un golpe de estado como en Brasil, Chile, Argentina, Uruguay en los ‘60-70, Irak, Libia, y ahora Siria, para controlar a quienes cuestionaban las reglas impuestas y acallarlos sin piedad. Y si no alcanzaba, eliminarlos.
Lo curioso es que a lo que aspiran la mayoría de los BRICS, no es una revolución socialista como a comienzos del siglo pasado, sino iniciar el viejo modelo industrial clásico de los liberales del siglo XIX, con los principios del capitalismo clásico de Adam Smith, John Stuart Mill, David Ricardo, como lo afirma, por ejemplo, el economista estadounidense Michael Hudson, profesor de la Universidad de Missouri, en Kansas City, quien sostiene que los BRICS obtendrán su independencia económica regresando a los principios de la economía clásica, gravando las rentas económicas, recuperando la soberanía de los recursos y rechazando las trampas de la deuda neoliberal del FMI y el BM. Lo asemejan a los que hicieron Gran Bretaña, Francia y Alemania cuando se liberaron de la aristocracia y del feudalismo que vivían de las rentas de la tierra, principalmente.
Así, libres de ese yugo moderno, es posible producir y comerciar sin la tutela del dólar y la rapacidad de Washington, que hoy vive de rentas. Esto es un paso hacia la soberanía y el fortalecimiento de esas economías que ven la ventaja del desarrollo en el modelo chino. Si bien este increíble desarrollo material logrado por la sociedad oriental está dirigido por el Partido Comunista, sin embargo, es también capitalista. Con límites y reglas, siguiendo la ideología de ética confuciana, influenciada también con el marxismo leninismo, el taoísmo y el budismo, donde se reúnen todos esos principios básicos del sistema que se respetan, y es la herencia cultural de esta antigua civilización.
Por eso los consorcios norteamericanos y europeos occidentales volaron como cuervos en bandada para iniciar sus actividades en China. No le temían al cuco del comunismo, que si bien imponía reglas, les permitía pagar bajos sueldos a una clase trabajadora calificada y disciplinada, utilizar la infraestructura, la alta tecnología y sus técnicos que la desarrollan, para seguir operando y ganando muy buenos beneficios que ni EEUU, y tampoco la UE, les facilitaba. Por eso, Donald Trump quiere ahora imponer sus disparatadas tarifas aduaneras o aranceles, con el deseo y la promesa de quitar, además, impuestos para que los consorcios regresen al país, ignorando que la vieja Norteamérica de la “ciudad luminosa en la colina” de Richard Nixon, no regresa, porque está vaciada de contenidos, contenidos de los que hoy se han apropiado los chinos y otros países del sudeste asiático, es decir recursos humanos, naturales y tecnología. Se acabó el poder de vivir de la renta a lo que se acostumbraron los gobiernos norteamericanos.
La cuestión es si recurrir a la guerra con Rusia y con China, los países que más forjan por cambiar el orden establecido, es la alternativa. Desgraciadamente, lo están intentando desde hace ya muchos años. Sino, miremos lo que ocurrió y ocurre en Ucrania, Siria, Líbano, Gaza, Azerbaiyán, Georgia, Sudán, Yemen, etc. Hay que ir a las raíces de cada uno de esos conflictos para descubrir lo oscuro y retorcido que hay detrás de cada proceso para seguir dominando el mundo. Han llegado a blanquear a un terrorista de AlQaida y de ISIS como presidente de Siria para tratar de convencernos que con el traje y la corbata alcanza para calificarlo de demócrata.
Después nos sorprendemos de los procesos autoritarios o autócratas que ocurren a lo largo y ancho del mundo. Identificamos como el mal a Venezuela, Cuba y Nicaragua, Irán y Rusia. El bien está en la UE y en EEUU. No importa que Trump quiera apropiarse de Groenlandia o ocupar el Canal de Panamá. Lo importante es que sea el protector de la Europa sometida, que sea el daddy y que imponga las reglas a las que nos hemos acostumbrado.
¿Que nos espera? Pues ni Nostradamus se atrevería a pronosticarlo, aunque lo deseable es el socialismo democrático, concepto por el que vale la pena seguir luchando, economía mixta público-privada, evitando pagarle una renta a los depredadores préstamos exteriores, desarrollando una industria propia y redistribuyendo los ingresos entre sus ciudadanos y comerciando libres del dólar. Sería el mejor de los mundos posible. Aunque muchos piensan en el 1984 de Orwell cuando miran a través de la ventana.
Me alegro que en Uruguay existe un nuevo gobierno que pretende hacer lo justo, con dificultades y escollos en el camino, pero con una generación de nuevos políticos decididos a conseguirlo.
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