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lunes, 11 de octubre de 2010

Casa de Dios con tres inquilinos

En esta época en que el islam es objeto de una constante sospecha de inspirar a muchos creyentes a acciones terroristas, una iniciativa en la comuna de Nacka de los representantes de los tres cultos religiosos dominantes, el protestante, el católico y el musulmán han decidido construir una mezquita vecina a una iglesia y separada por sólo cuatro metros. Pero esa separación se anula con la construcción de un vestíbulo que unirá los dos edificios.
Actualmente este proyecto parece ser único en el mundo y hay que remontarse a la época en que Córdoba estaba dominada por los musulmanes, allá por el siglo XII, cuando iglesia y mezquita cohabitaban. O a la ciudad de Damasco aún más temprano, en el siglo VII, cuando también compartieron el mismo techo iglesia y mezquita.

Según el imán Anwad Olwan que vive en el barrio de Fisksätra, en la comuna de Nacka, habitado mayoritariamente por inmigrantes procedentes de países musulmanes, la idea se viene discutiendo desde hace varios años entre musulmanes y cristianos para favorecer el entendimiento, la comprensión y la tolerancia entre las personas que a pesar de sus diferentes cultos, en realidad tienen su fe en un mismo Dios, ya que la raíz de estas tres religiones es la misma.

El obispo emeritus Bengt Wadensjö de la iglesia protestante a sido otro de los impulsores de este proyecto y uno de los que con más entusiasmo ha defendido la finalidad del mismo en una Suecia donde la xenofobia crece a un ritmo alarmante.

La idea tuvo su primer impulso cuando los católicos y los protestantes decidieron compartir la nave principal de la iglesia para sus misas y otros locales para actividades de cada cofradía. Luego se sumaron los musulmanes, que en una etapa muy anterior habían pensado en comprar la mitad del edificio, y luego más ambiciosos, todo el edificio que en una época albergó la Casa del Pueblo (Folkets Hus). La realidad económica y otras circunstancias menos prácticas los convencieron de que era mejor construir su propia mezquita.

Ya hay muchos en Europa que miran con interés esta iniciativa. La necesidad de tender puentes, en este caso techos, hace que esta experiencia despierte la necesidad de ver nuevas vías para que los fieles de estos cultos puedan encontrar físicamente puntos de contacto e iniciar un diálogo entre ellos, sin el aislamiento al que están sometidos actualmente.

En todo caso el proyecto también tiene sus escépticos y críticos en ambos campos religiosos. En una recorrida por ese barrio y una visita a la biblioteca de Fisksätra pude comprobar que la desconfianza también ocupa un lugar en la cabeza de mucha gente. Si bien también hubo respuestas positivas, no escasearon en mi pequeña encuesta opiniones que condenaran el proyecto. "El Corán no lo permite". "Como está la realidad del mundo en el día de hoy no es de confiar que esto resulte". "No confío en ellos", son expresiones que se repiten.

En todo caso los líderes religiosos de esa localidad vecina a Estocolmo tienen una ardua tarea por delante cuando el año próximo comience a construirse la mezquita si todo sale como se espera. Para entonces deberán convencer a la mayoría de sus adeptos a aceptar que la buena vecindad es un buen comienzo para hablar del mismo Dios al que rezan cada día.

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