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miércoles, 30 de enero de 2013

Inmigrantes olvidados beneficios para los emprendedores

Hace bastante frío esta mañana en Estocolmo. El  viento helado sopla desde el Báltico y no hay mejor refugio a esa hora que un local del rey de las hamburguesas a falta de otra opción. Un café malo y una charla cargada de frustración nos une. Jimmy, un inmigrante con  radicación española pero originario de Colombia, prepara las valijas para partir. Los plazos se han agotado. Legalmente está autorizado por la Dirección General de Migraciones  a permanecer tres meses en el país y muchos como él, los aprovechan para buscar trabajo al tener documentación de la UE. Vienen no sólo de España, sino también de Grecia, Italia, Portugal e Irlanda. Los une el ansia de poder escapar de la crisis en sus propios países y encontrar un buen trabajo en Suecia, por lo menos durante un tiempo que les permita salir de la situación extrema en que muchos se encuentran.

Jimmy mira el flujo de gente que pasa frente a la amplia ventana rumbo a sus trabajos. No puede dejar de lamentarse, porque durante tres meses ha tenido tiempo de probar varias ocupaciones en su desesperación por afianzarse en Estocolmo. Limpieza, mudanzas, pintor de brocha gorda y el más arriesgado de todos, quitanieves de los techos en los edificios de la ciudad.

- Me arrepiento de haber creído el cuento de que Suecia es un país donde se puede realizar "el sueño americano". Un amigo me dijo, "vente que aquí hay mucho trabajo". Le creí y ahora me vuelvo con una mano atrás y otras delante, dice con la cara contraída por la frustración.

Jimmy no vino solo. Acompañado por su esposa y un hijo de seis años dejaron atrás una existencia insegura a causa de crisis española. Hacía un año que estaba desocupado y la mejor salida que vieron fue emigrar a Suecia y probar suerte. Pero la falta de contactos y las características del mercado de trabajo lo obligaron a  aceptar las condiciones que le ofrecían pequeños emprendedores con empresas dedicadas a los servicios de limpieza, mudanza y otros. Las autoridades y los sindicatos dan luz verde a esa importación de mano de obra, y apenas controlan a los que se aprovechan de ellos.

- Nos ocupamos de las tareas u oficios que ya están están marcadas a fuego para los inmigrantes, dice Jimmy mientras apura su taza de café. - Me prometían 80 coronas la hora por el trabajo (unos 12 dólares) y al momento de cobrar me pagaban la mitad o menos porque me descontaban los impuestos. Pero qué impuestos si trabajaba en negro!

Finalmente tenía que amenazarlos con denunciar ante la Dirección General Impositiva la evasión de impuestos que estaban haciendo si no le pagaban. El nombre de esta autoridad era un puño en el bajo vientre de los patrones, y pagaban sin mayores reservas, pero eso sí, nunca lo que habían prometido.
Otra cosa lo subleva a Jimmy de todo ese ambientes de subcontratistas que se van sumando como una pirámide. Y era el comentario que todos esos patrones, también latinoamericanos en su mayoría hacían: "Cómo te atreves a reclamar cuando te estamos ayudando?" Esa es la suerte de miles de inmigrantes y refugiados en la Suecia de hoy. El "sueño americano" es la mejor leyenda oral de estos últimos tiempos.
 

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