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jueves, 15 de septiembre de 2022

Elecciones 2022: La suerte está echada. La derecha gobernará Suecia.

Escrutados los últimos sufragios que estaban pendientes de las elecciones del 11-S, la diferencia de votos entre el bloque de derechas y la de centroizquierda cambió marginalmente a favor de la primera, otorgándole así dos escaños más en el parlamento, por lo que la relación final queda de la siguiente manera: 176 escaños contra 173. Esto le da la oportunidad al líder de los conservadores Ulf Kristersson(Moderaterna - M) a intentar formar un gobierno junto a los democratacristianos (KD) y los Liberales (L) sin la participación directa del ultraderechista Demócratas suecos (SD) al parecer, aunque eso no está todavía definido en esta etapa. Magdalena Andersson, la actual Primera Ministra, líder del partido socialdemócrata (S), presentó su renuncia ante el presidente del Parlamento cumpliendo así con la rutina que dispone la Constitución luego que las mayorías sufran un cambio.


Lo que me gustaría destacar en esta coyuntura es que por un lado hubo una participación más baja de los ciudadanos en relación a las elecciones de 2018. En aquél año votó algo más del 87% de los ciudadanos. Este año apenas un 83% concurrió a las urnas a pesar de lo polarizados que estaban los bloques y los debates que hacía pensar en un mayor compromiso por ir a votar.


Y es aquí donde tal vez esté explicado una de las causas de porqué se rompió la tendencia hacia el aumento de la participación. Los analistas lo explican por el alto porcentaje de inmigrantes que se decidieron a no votar por varias razones que ponen en el tapete la profunda segregación que existe en amplios sectores de la sociedad. En muchas comunas, en los suburbios habitados mayoritariamente por inmigrantes, la votación apenas superó el 40% de participación, incluso las hubo más bajas. La diferencia se viene arrastrando desde hace décadas, pero en esta ocasión se profundizó. Según las declaraciones de algunos/as entrevistados/as la razón es que ”da igual a quien votes, nuestra realidad no cambia” -dicen y tienen razón, hay que admitirlo porque nadie hasta ahora, ni la izquierda ni la derecha, han encontrado la llave para lograr una política exitosa de integración.


Esto también explica en parte porqué SD logró el voto de los desocupados en comunas donde anteriormente apenas habían obtenido algún voto porque allí, por largos períodos, si votaban lo hacían a favor de los partidos tradicionales, principalmente S, V (partido de Izquierdas). Esto siguió ocurriendo en la capital y centros urbanos más poblados, pero también se multiplicaron las listas locales de nuevos partidos, mientras que se constataba la baja participación. 


Las promesas que no se pudieron cumplir pasan factura y la obstinada realidad muestra que las expectativas económicas pasan por el gran desfase que existe entre las demanda de fuerza de trabajo calificada, y el bajo nivel de preparación y calificación que existe entre miles de solicitantes de empleo. La paradoja es que mientras que los empresarios ofrecen clamorosamente nuevos puestos de trabajo, las Oficinas de Empleo públicas y privadas no pueden ofrecer lo que demandan esas empresas. Al mismo tiempo el deterioro económico de las familias al rebajarse algunas de las subvenciones que el estado y las comunas ofrecen arrastran a miles de personas a situaciones de pobreza que sumerge a estos grupos en la desesperación o la indiferencia total.


Lo absurdo de esta realidad es que hace años se debate el problema y la forma de solucionarlo, pero no hay fórmulas mágicas. La realidad muestra también la profunda brecha que existe entre la educación o falta de ella con la que cuentan decenas de miles de inmigrantes, que llegaron como refugiados. Grupos étnicos donde la escuela básica no existía en sus países de origen por diferentes causas; prohibición a las niñas de participar en la educación; zonas rurales sin escuelas ni gente que la demande; religiones preocupadas más por el otro mundo que el actual; y muchas más causas abren ese abismo donde naufragan las aspiraciones de muchos y muchas jóvenes que se enfrentan a una sociedad moderna consumista que con estos cambios actuales de gobierno con políticas de recortes, verán una vez más como su voto fue para apoyar a una fuerza que no buscará mostrarles una puerta de salida al mundo laboral. Al contrario, probablemente la puerta que les mostrará en cambio es la de salida del país y por la puerta grande porque no se permitirá que ”vivan de las subvenciones del estado” ni ”medren a costillas de los los sacrificados suecos laburantes”. Así de cruda puede ser la futura realidad para muchos. 

Ovejas esquiladas hay en todo el mundo. Y Suecia ya no es una excepción. 


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