El sábado 1 de marzo asume el nuevo gobierno en Uruguay. Sin embargo, el titular de este artículo se refiere, en forma de profecía, al destino del todavía presidente Luis Lacalle Pou, alias Pompita, entre otros apodos menos generosos. Es cierto, los medios amigos y algunas encuestadoras le resaltaron su popularidad y capacidad de comunicar con esos medios, en las redes sociales, en los debates y con la gente en general. Sin embargo, y me permito ponerlo en duda, por el resultado en las elecciones de octubre pasado, su lista dentro del Partido Nacional, con el lema Aire Fresco, fue superada por la Alianza País, lema rival del senador Javier García, ningún mago de la política y líder mayormente popular.
Si realmente esa popularidad es tan alta que fluctuaría entre el 45-50%, y a veces más, supongo que o es un invento para cubrir el fracaso e impopularidad de este gobierno de la alianza multicolor que llega a su fin, o esas encuestas están más orientadas y manipuladas a través de las preguntas, que no conocemos, las que se enfocan en resaltar las cualidades simpáticas que se destacan en la figura del Pompita. Como buen actor frente a su público, desperdició su capacidad histriónica y se equivocó de profesión, me atrevo a especular. Hizo la carrera inversa a la del presidente ucraniano Vladimir Zelensky, que de actor pasó a ejercer como presidente. Lacalle debería dedicarse ahora al teatro, no es tarde, y es muy probable que interprete muy bien el rol del dios Apolo, al que me imagino ha deseado identificarse a menudo, cuando parado en la tabla de surf desafiaba las olas o las leyes del tráfico, montado en una poderosa motocicleta, con un casco alemán de la 2a.GM.
En fin, su gestión ha estado salpicada por escándalos y episodios de corrupción protagonizados por gente a su alrededor y a los que ha tratado de esquivar, con explicaciones que, más allá de los que le tienen una fe ciega, por conveniencia, temor o sumisión, nunca se atrevieron a ir "hasta el hueso” y vincularlo con los delitos investigados o por investigar. Veremos si los juicios pendientes contra personajes que fueron sus subalternos en algún momento, lo implican en aquellos sucesos, o siguen tejiendo la tela de araña que lo protege. Ahora ya no cuenta con fueros al decidir dejar la política por el momento. Podemos interpretar que no teme que algo puede ocurrir en caso de ser citado por la justicia
Sin embargo, hay dos hechos que muestran su generosa inclinación para favorecer sin mayor escrúpulo a empresas que a través de contratos opacos y secretos, se llevaron, por ejemplo, la cesión del puerto de contenedores de Montevideo, la belga Katoen Natie por 60 años, con el falso argumento de que si no se firmaba ese contrato inmediatamente, la multa que recibiría el país sería de 1500 millones de dólares. ¿Habrá sido la alerta desde La Casa Blanca que despertó la urgencia de cerrar este acuerdo para evitar que China ofreciera financiar y ejecutar la construcción de un superpuerto como lo hizo en Chancay, Perú? Especulación pura y dura de quien escribe estas líneas, por supuesto. Pero estaremos muy lejos de la verdad en esta guerra por las infraestructuras y los recursos?
La otra obra firmada con el consorcio Aguas de Montevideo en las últimas semanas por Pompita, fue la del proyecto Neptuno, en Arazatí, dep. de San José, donde se construirá, en caso que no surja ninguna traba legal de ultima hora, una toma de agua del Río de la Plata para potabilizar y servir a las tuberías y grifos de la zona metropolitana de Montevideo. Prácticamente toda la academia, organizaciones ecologistas, vecinos y productores rurales del lugar, el FA en su conjunto mientras era oposición, criticaron y rechazaron este proyecto que se calcula pueda costar unos 800-900 millones de dólares, para empezar. Todo proyecto de este tipo, que lleva años en construirse, termina encareciéndose por esos ”imprevistos” aducidos por las empresas, que siempre son a su favor. En todo caso el cálculo primario es que el costo anual será de unos 50 millones de dólares que deberá pagar Obras Sanitarias del Estado, OSE, al consorcio , si aquella suma calculada se mantiene. Yamandú Orsi, el presidente elegido por el FA, le pidió a Pompita que no firmara el contrato. El nuevo gobierno quería analizar y revisar todo el contenido de ese documento. Pompita, como en otras ocasiones no le tembló el pulso y firmó, ¿porque quién es quién para oponerse al dios Apolo?
También firmó esta última semana y puso en manos de una empresa extranjera, la fabricación de los pasaportes de los uruguayos. Se trata de Garsu Pasaulis, una empresa com sede en Lituania, pero cuyo propietario es un belga y la sede principal está en Bruselas. Esta empresa ha estado envuelta en varios episodios de corrupción y sobornos, por ejemplo, en Zimbabwe, en países de Asia central como Kirgisistan, Kazastan, Uzbekistan y China. Llegar a este punto sin consultar al gobierno entrante y arriesgar como se ha advertido que esta empresa pueda abrirle la puerta al crimen organizado, como ya ha sucedido, para falsificar pasaportes. Después del escándalo del pasaporte exprés otorgado por las mismas autoridades uruguayas al narcotraficante Sebastián Marset, es de una inmoralidad tridimensional. El Apolo oriental no es más que un monigote, un personaje que tiene que obedecer el imperativo de un orden moral trascendente, ese que está presente y dirige la conducta de las élites neoconservadoras sin importarles las consecuencias. Lo vemos en Milei, Trump, Bolsonaro, etc. Esa es la talla de Pompita, que se anuncia públicamente que el 2 de marzo, después de entregar la banda presidencial a Yamandú Orsi, viajará al exterior. ¿A recoger los frutos de su gestión? No piensen mal, me refiero a los elogios de aquellos compañeros de la causa neoliberal, que lo esperan con medallas y cintas de colores para adornar la vitrina de su hogar. Lo tiene bien merecido. Ahora, después de desgranar todo lo negativo de su gestión en muchos ámbitos políticos y periodísticos, sería muy audaz que se presentara como candidato a presidente en 2028. ¿Pero qué puede detener al dios Apolo?