En Suecia, desde hace décadas, los trabajadores han luchado por profundizar la justicia social en base a un reparto más justo de la riqueza. Es evidente que esa lucha a tenido sus idas y venidas, pero es innegable que de todas formas mucho se ha logrado en ese esfuerzo por mantener una economía de mercado y un sistema impositivo que como herramienta de reparto, mantenga a la clase trabajadora disciplinada y con poco ánimo de tomar medidas de fuerza contra las injusticias que todavía perduran en el sistema y que con el tiempo parecen agravarse.
Como no hay ni habrá ningún sistema perfecto en este orden, hay que reconocer que los suecos han logrado sin embargo una igualdad ante la muerte en sus cementerios. Recorriendo el cementerio Skogkyrkogården de Estocolmo con mi bicicleta, a la que llamo Pantera Rosa por su color y velocidad, me he dado cuenta que la similitud y sencillez de las lápidas que existen entre los que han abandonado este mundo es muy similar, a pesar de las diferencias sociales que tuvieron cuando estaban vivos esos muertos que hoy descansan en este tan particular cementerio, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
El mismo fue diseñado por los arquitectos Gunnar Asplund y Sigurd Lewerentz en 1921,
como un enorme parque donde el bosque de abetos, pinos, hayas, y otros múltiples tipos de árboles dominan el paisaje que en este mes de mayo se llena de flores.
Y nombro este episodio no sólo por el valor simbólico que tiene, sino también comparándolo con los cementerios de muchos países latinoamericanos donde la riqueza y la opulencia de los muertos también se destacan en el lujo de sus tumbas. Una que me quedó grabada fue en una visita el Día de los Muertos al cementerio central de Ciudad de Guatemala. Allí un potentado que seguramente construyó su fortuna en base a la desgracia de sus trabajadores, se hizo construir una pirámide al estilo de los faraones y hasta con dos leones a la entrada de la misma.
Un encuentro casual en este paraíso socialista visitado por miles de personas de todo el mundo. Hace poco me encontré con un grupo de estudiantes de arquitectura de Montevideo que visitaban entre otros monumentos emblemáticos del arquitecto Asplund, el cementerio de Skogkyrkogården.
Tal vez Karl Marx y otros tantos teóricos de la justicia social deberían solicitar el pase a este cementerio. Si sus doctrinas políticas nunca llegaron a cumplirse, por lo menos es este cementerio donde descansa no sólo Gunnar Apslund sino también Greta Garbo y otros tantos famosos, conocerían la perfección de la igualdad ante la muerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Le agradecemos su comentario referido al tema. Cada aporte es una gota de reflexión sobre temas que interesan o preocupan. Suscríbase si desea seguir leyendo las notas y relatos de este blog.Es gratis.