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jueves, 20 de mayo de 2010

Tres manchas voraces

La primera se expande por lo cielos de la pequeña Islandia e invade el espacio aéreo de Europa y a veces llega a otros continentes provocando la suspensión de los vuelos aéreos. Pasajeros aparcados en los aeropuertos maldiciendo la hora que la nube de ceniza les impidió volver a casa o al lugar donde pasarían vacaciones, realizarían negocios o disputarían un partido de fútbol.

Pero la naturaleza tiene sus reglas propias y no coordina con los humanos sobre cuando se le ocurre un desmadre.



La segunda mancha voraz que devora otra región del planeta la provocó British Petroleum, una empresa que aprovechando la venalidad del pasado gobierno de Bush para que las compañías petroleras buscaran el crudo en el Golfo de México, se lanzó a la aventura de explotar un reserva a más de 1000 metros de profundidad. Una misión que una vez ocurrida la catástrofe reconocen que no contaban con la tecnología adecuada para asumir esa tarea que implica enormes peligros por la presión de las aguas y lo complicado de las operaciones.'

Ahora vemos sólo la punta del icerbeg en el golfo, la mayor parte del crudo se encuentra sumergido, ocupando cada vez más un volumen de "chapapote"que pronto puede amenazar hasta la costa de Florida con sus corales e islas a los cuales podría dañar por mucho tiempo, ya que exterminaría las especies marinas que se alojan en esas aguas.



Aquí la actividad humana, que pretende exprimir el planeta hasta sus últimas reservas de petróleo cueste lo que cueste, ocasiona un daño de tal dimensión que ya se lo califica como la peor catástrofe de EEUU en su historia. Qué enseñanza debe sacarse de tales catástrofes? Es una pregunta adecuada, pero la fragilidad de algunas sociedades frente al accionar de ciertas empresas multinacionales, nos hace poner en duda que este tipo de intentos cesen. Los predadores sólo esperan la oportunidad para seguir aporreando a este jodido planeta.



La tercera mancha voraz que devora a la humanidad también es provocada por otro sector de la sociedad, más volátil e inapresable que el petróleo. Los mercados financieros provocan con sus especulaciones, en este caso contra el euro y las economías en offside, una feroz campaña. El pasado gobierno griego se excedió en sus gastos hasta un punto que la burbuja tenía que reventar, y lo que es peor, el gobierno de corte conservador, mintió descaradamente a sus socios, dándole una gruesa mano de barniz a sus cuentas para que todo brillara como el escudo de Aquiles.

Hoy la UE quiere ponerle coto a todas las especulaciones de los mercados y darle estabilidad al euro. El problema es la diversidad de criterios para llegar a cerrar el blindaje que se necesita para evitar que los depredadores una vez más pongan en peligro el proyecto europeo. Pero esto exige también disciplina y austeridad en la administración de los presupuestos, reformas para incentivar el desarrollo del estado de bienestar, y en los casos donde sea inexistente o apenas está desarrollado, pueda llegar a los sectores más humildes.


La primera mancha voraz que se extiende por el cielo no podemos evitarla, pero es la menos peligrosa. Las dos últimas sí que podemos contrarrestarlas. Los ciudadanos y sus gobernantes tienen la oportunidad de decirle NO a la explotación indiscriminada del planeta y a la febril especulación financiera de los mercados. Sólo depende de nosotros a quien elevamos a los cargos públicos más altos de los países que hoy se golpean el pecho como ejemplos de democracia.

La misma comenzó con los griegos, no hay que olvidarlo, y puede terminar también con ellos ya que en este momento son el eslabón más débil de la cadena.

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