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sábado, 25 de febrero de 2012

"Me c... en la leche.Una má pa´ alimentá"

La cita de ese grito que una vez escuché en la ciudad española de Sevilla hace unos años atrás, me vuelve a la memoria cuando el otro día la princesa sueca Victoria trajo al mundo su primera hija, Estelle Silvia Eva Mary.
Nombres que levantaron inmediatamente polémica entre los monarquistas ya que unos piensan que son nombres "muy populares", sobre todo el primero y el último, mientras otros que son los adecuados para una princesa moderna. El bebé inconciente de esa polémica y de la fortuna de ser nombrada inmediatamente marquesa de Östergötaland duerme plácidamnete en el regazo de su madre. Así la saga de la monarquía sueca continúa, y le da un respiro al rey Carlos  Gustavo, cuya imagen en los medios había sido vapuleada por escándalos provocados por presuntas juergas con amigos, nada menos que en locales nocturnos regenteados por la mafia de los balcanes.

Los royalistas elevaron voces con ásperas críticas al nombre de Estelle porque no tiene un vínculo, afirman,  con la historia del país. El razonamiento de estas personas es que el valor simbólico que tienen los nombres para los miembros de la casa real se estarían perdiendo, ya que sus padres son responsables de preservar esa herencia, un pilar importante en la conciencia de la gente para seguir pensando que la rancia institución real, y quienes la componen, pertenecen a seres humanos de otro mundo. Y en realidad lo son, con sus privilegios materiales y jurídicos se pasean por palacios, países y continentes sonriendo y apretando manos en nombre del pueblo sueco.

Que el nombre de Estelle (del latín stella, estrella) indigne a tantos, muestra la sensibilidad a flor de piel que tienen los fanáticos de la monarquía. Para ellos es una reliquia a la que se debe conservar impecable, yo diría como una momia dentro de su sarcófago, intocable porque de lo contario se hace polvo. Afirmna además que la equívoca elección del nombre lo que logra en realidad es sacarle una viga importante al edificio de la monarquía, y sugieren que los príncipes Victoria y Daniel, inconcientemente, están ayudando a abolir la monarquía. Pensar que un nombre puede tener semejante poder implosivo! Otros, sin embargo, encuentran que la Estelle que bosteza y hace sus necesidades como cualquier otro bebé, recibió el nombre por Estelle Manville, una norteamericana que fue esposa del conde sueco Folke Bernadotte, un miembro de la familia real y que en el pasado renunció al trono, conocido además por haber salvado a miles de judíos de los campos de extermino nazis durante la 2a GM. Y asesinado por la organización sionista Stern que se oponía a los planes de paz para Palestina de Bernardotte que pretendía que judíos y palestinos compartieran el territorio en disputa.

Por unos días esta polémica a alejado al ciudadano sueco de los avatares de la economía europea, de los problemas del país y de las cuitas del hogar. Mientras Estelle, inconciente del destino que le espera, prefiere ocuparse del pezón de su madre. Luego se alimentará como el resto de la familia real del pezón generoso de la sociedad. Esa misma fuente que le niega o le entrega en cuentagotas  a muchos enfermos crónicos, a los desempleados y otros tantos que no pueden lograr un lugar en esta sociedad cada vez más competitiva, el auxilio necesario para tener una vida más o menos digna. Por eso aquél grito indignado del andaluz se hace otra vez presente: “Me cago en la leche, una má pa´ alimentá”... y si solo fuera eso, habría que agregar, pero aquí vienen empacados otros gastos y caprichos que pocos pueden disfrutar ya sea en Suecia o en cualquier otro lugar del mundo.


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