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En realidad el principal protagonista fue el árbitro que finalizó antes del tiempo reglamentario el partido; contó con cinco expulsados , borró de un pitazo el resultado de 2 a 0 a favor de la Celeste Uruguaya, y paradójicamnete, le dió el triunfo a Nacka Juniors por la siguiente razón: cuatro de los expulsados eran jugadores celestes, el último faltando unos cinco minutos para el final. Sólo uno del otro equipo vió la tarjeta roja después de golpear brutalmente al mejor de los chicos celestes y dejarlo medio desmayado sobre la gramilla. Y según el reglamento, se comentó en ese momento por los que conocían las reglas, el árbitro podía suspender la contienda si uno de los equipos quedaba con sólo 7 jugadores, o lo podría haber dejado continuar cuando faltaban tan pocos minutos y el resultado era favorable para el perjudicado equipo celeste. No obstante, el Sr. Juez decidió robarle de una forma vergonzosa el partido a la Celeste, que había luchado incansablemente para defender el 1 a 0 del primer tiempo, y luego, con sólo 8 jugadores, convertir su segundo gol para la alegría desbordante de todo el equipo y de la hinchada, que nos unimos a ese festejo al costado del campo de juego.
Sin embargo el Sr Juez quiso otra cosa, y con esas cuatro tarjetas rojas y los tres pitazos finales antes que finalizara el tiempo reglamentario, selló la suerte de los chicos celestes. Se sintió amenazado por la algarabía de la hinchada y algunos simpáticos "Ave María" cuando metía la mano para sacar una tarjeta? Los tambores y el resonar bastante aislado de la vuvuzela le transtornaron esa virtud de la que tanto se enorgullece el sueco étnicamente puro, es decir : ser racional, imparcial y con « hielo en el estómago », una expresión que significa que uno es frío para analizar situaciones dramáticas y de estrés. Pues no, el Sr Juez fue muy humano como cualquier otro habitante del planeta: fue parcial, injusto, arrogante y con mucha « caldera ardiente en el estómago », es decir, una falta total de criterio para manejar una situación donde su experiencia limitada a partidos de las divisiones más inferiores de la liga capitalina, se encuentra con una hinchada bullanguera y alegre. O será al revés, que cuando un equipo de chicos de otra cultura es alentado por grupos numerosos de hinchas, despierta los prejuicios de aquéllos que poco o ningún conocimiento tienen de otras culturas, y actúan automáticamente rechazando esa forma de expresarse, y perjudicando directamente al equipo que cuenta con un apoyo tan intenso, que estos ignorantes encuentran provocativo? Sólo este pésimo árbitro sabe porqué realmente castigó de esa manera a la Celeste, pero en todo caso no logró que el grupo más indignado de los hinchas lo lincharan, aunque algunos insultos de grueso calibre seguramente golpearon sus orejas de burro, algo que desgraciadamente puede perjudicar aún más la situación del equipo si el juez pretende que se lo suspenda del campeonato. En todo caso el árbitro no pudo arruinar la fiesta posterior alrededor de una parrilla que soportó el peso de varios quilos de chorizos que deleitaron a jugadores y simpatizantes, y que al ritmo nuevamente de los tambores, alegraron la tardecita del sábado en el verde parque Tantolunden. Ojalá que los chicos celestes no se dejen desmoralizar por este injusto episodio, y sigan dándole alegría a la hinchada, aún a pesar de la mala leche de algunos jueces.
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