Tuvo que caminar con una sonrisa de inocente unos 10 metros a la vista de fotógrafos y periodistas que se agolpaban a un costado de la entrada del juzgado de Palma de Mallorca . Se evitó el famoso "paseíllo" cuesta abajo por la rampa que lleva a la entrada de los juzgados y que su marido el famoso duque de Palma, Iñaki Urdangarin hizo en varias ocasiones con tanta gallardía, . La Infanta Cristina no tuvo otra alternativa que presentarse ante el juez Castro que la imputó por el caso Nóos y la sociedad familiar Aizoon. Pero estaba bien instruída para repetir el guión que sus abogados le habían preparado. No era difícil de recordar: No, No Recuerdo, No lo sé, Lo Ignoro, No sabía, etc.
No está mal para una infanta inocente e ignorante del alcance de los negocios de los que ella era parte, negocios que al final no fueron otra cosa que malversaciones, falsedades, prevaricación y delitos fiscales, según la justicia. Pero resultó que su marido, el ex-jugador de balonmano la encandiló con su fama goleadora y su porte de hombre de mundo, y ella firmaba confiada todo lo que él le ponía delante de sus narices Al fin y al cabo en este mundo del revés, porqué tenía que saber de los tejes y manejes de su esposo con el otro testaferro, el abogado y ex-socio Diego Torres? Es cierto, ella tiene título académico de gestión de empresas e Iñaki solo su cara de póker, pero a ella le daba pena seguro el esfuerzo de su marido por mantener la familia, así que la infanta firmaba todo lo que él le ponía por delante, sin enterarse. Todo por amor, ese fue el móvil de porqué se embolsaron decenas de miles de euros, a veces de fondos públicos, evadiendo impuestos, por el que el fiscal pide 17 años de cárcel para el duque de Palma.
El juez José Castro debe ahora decidir si sigue adelante con la imputación contra la infanta Cristina, o atracar el caso en el muelle de la impunidad. Aunque el fiscal ya le dejó un muelle libre donde atracar esa nave: Cristina sería condenada a pagar 600 000 euros por sus pecadillos inocentes. Así se evitaría ir a la cárcel, porque qué sería de la monarquía española si una de sus infantas tuviera que agarrarse de las rejas para llamar no ya a su mayordomo, sino al carcelero de turno? Se lo imaginan? Imposible, en las monarquías europeas todavían los monarcas y sus descendientes gozan de privilegios que el resto de los ciudadanos sólo pueden soñar.
El daño moral de todas formas ya está hecho. A las escapadas del rey para ir a cazar elefantes y sus famosos tropezones y caídas en lechos menos aristocráticos, se agrega ahora este otro escándalo que pone en el tapete los riesgos que tiene la nobleza cuando se casan con plebeyos. Lo hacen para evitar seguir empobreciendo su herencia genética y ser vistos como una casta de sangre azul. No, ahora su sangre es roja como la de todos, y por eso mismo la tentación de ser como los demás los hacen caer en tentaciones sobre las que parece no pueden medir las consecuencias. Por eso es un hecho histórico el caso de la infanta Cristina, obligada a declarar ante un juez por corrupción, y aunque no sea condenada, la monarquía española se hace el harakiri con la última esperanza e ilusión de que el príncipe Felipe los reivindique y sea el monarca cuya conducta ponga por lo alto una vez más la "marca España".
No está mal para una infanta inocente e ignorante del alcance de los negocios de los que ella era parte, negocios que al final no fueron otra cosa que malversaciones, falsedades, prevaricación y delitos fiscales, según la justicia. Pero resultó que su marido, el ex-jugador de balonmano la encandiló con su fama goleadora y su porte de hombre de mundo, y ella firmaba confiada todo lo que él le ponía delante de sus narices Al fin y al cabo en este mundo del revés, porqué tenía que saber de los tejes y manejes de su esposo con el otro testaferro, el abogado y ex-socio Diego Torres? Es cierto, ella tiene título académico de gestión de empresas e Iñaki solo su cara de póker, pero a ella le daba pena seguro el esfuerzo de su marido por mantener la familia, así que la infanta firmaba todo lo que él le ponía por delante, sin enterarse. Todo por amor, ese fue el móvil de porqué se embolsaron decenas de miles de euros, a veces de fondos públicos, evadiendo impuestos, por el que el fiscal pide 17 años de cárcel para el duque de Palma.
El juez José Castro debe ahora decidir si sigue adelante con la imputación contra la infanta Cristina, o atracar el caso en el muelle de la impunidad. Aunque el fiscal ya le dejó un muelle libre donde atracar esa nave: Cristina sería condenada a pagar 600 000 euros por sus pecadillos inocentes. Así se evitaría ir a la cárcel, porque qué sería de la monarquía española si una de sus infantas tuviera que agarrarse de las rejas para llamar no ya a su mayordomo, sino al carcelero de turno? Se lo imaginan? Imposible, en las monarquías europeas todavían los monarcas y sus descendientes gozan de privilegios que el resto de los ciudadanos sólo pueden soñar.
El daño moral de todas formas ya está hecho. A las escapadas del rey para ir a cazar elefantes y sus famosos tropezones y caídas en lechos menos aristocráticos, se agrega ahora este otro escándalo que pone en el tapete los riesgos que tiene la nobleza cuando se casan con plebeyos. Lo hacen para evitar seguir empobreciendo su herencia genética y ser vistos como una casta de sangre azul. No, ahora su sangre es roja como la de todos, y por eso mismo la tentación de ser como los demás los hacen caer en tentaciones sobre las que parece no pueden medir las consecuencias. Por eso es un hecho histórico el caso de la infanta Cristina, obligada a declarar ante un juez por corrupción, y aunque no sea condenada, la monarquía española se hace el harakiri con la última esperanza e ilusión de que el príncipe Felipe los reivindique y sea el monarca cuya conducta ponga por lo alto una vez más la "marca España".
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