Presupuestos paralelos: recortes vs inversión

 Apenas se enfrió la tinta sobre las candidaturas del Frente Amplio (FA) en Uruguay y del Partido Socialdemócrata (PSD) en Suecia, constatamos que también coinciden las presentaciones en ambos países de los presupuestos y Rendición de Cuentas. 

La ministra de finanzas sueca Magdalena Andersson hizo público ayer el presupuesto  que el gobierno pondrá a consideración del parlamento en noviembre con una inversión de unos 8 000 millones de dólares para atender la recuperación de la economía, el empleo, invertir en medidas contra el cambio climático, seguridad, mejora de jubilaciones y salarios, seguros de enfermedad y convalecencia orientada a la recuperación después de las lesiones laborales, etc. Una inyección de capital keynesiana pocas veces vista por su volumen que sin embargo y a pesar de las medidas tomadas durante la pandemia, que también costaron miles de millones de dólares, las reservas y buen manejo de los recursos posibilitan esa apuesta que no supera el 40% del PIB, por lo que el país se encuentra en una zona segura y con una economía que se acelera e incluso ya supera en muchos rubros los niveles pre-pandémicos debido a la demanda interna y externa. Para que este presupuesto se haga realidad el PSD debe contar con los votos del Partido de Izquierda (V) y del Partido del Centro (C), quienes probablemente presenten algunos cambios en las negociaciones, pero que los analistas consideran como poco probable que no lo aprueben ya que contemplan muchas reivindicaciones que ambos partidos reclaman. De no hacerlo el actual PM Stefan Löfven ha anunciado que renunciará sumergiendo al país una nueva crisis institucional de la que probablemente solo la derecha podría salir ganando ante la incertidumbre creada.

En Uruguay en cambio se hace cada vez más claro que el gobierno

 del presidente Luis Lacalle P empuña

la tijera si no la motosierra para segur pretendiendo achicar el déficit público cuando el país se encuentra con un crecimiento extremo de la vulnerabilidad, se constata que unas 125 000 personas más cayeron por debajo de la línea de la pobreza en un tiempo récord, mientras el gobierno se cruza de brazos y mira hacia los sectores que salvo los ingenuos o ignorantes no sabían: que era a las élites del campo y la ciudad que estarían dirigidas sus políticas a pesar de las falsa promesas de la campaña electoral. Los recortes a la educación y salud públicas, rebajas de salarios y jubilaciones, entrega de servicios como telefonía, internet, refinado de petróleo, cierre de fábricas administradas por el estado, etc a intereses privados e internacionales, dejando en la calle a miles de trabajadores que engrosarán el ya alto porcentaje (11,4%) de desempleo, no le mueve el peluquín a los habitantes de la Torre Ejecutiva.

Es un contraste que da por las narices a quien quien no quiera verlo la diferencia entre un gobierno progresista y otro de derecha. En Suecia también la derecha predica lo mismo que en Uruguay, recortes y más apoyo a las empresas con rebaja de impuestos para los más privilegiados y hachazos a todo lo que tenga que ver con las políticas sociales. Ningún gobierno es perfecto por más que en el discurso lo parezca, pero cuando se trata de ver la intención de incluir a las mayorías en una sociedad de bienestar se ven claramente las diferencias. Los que apuestan por la sociedad egoísta y elitista cada vez más autoritaria versus lo que buscan incluir respetando la diversidad y valores democráticos a las mayorías en un estado de bienestar donde la pelea por mantenerlo no cesa.

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