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lunes, 26 de septiembre de 2011

El camión de Fredo



                                       
Esa mañana de enero amaneció calurosa como casi todo ese verano de soles atormentadores y noches en vela. El calor se instalaba en las habitaciones y nadie podía dormir, salvo los que se aventuraban a dormir en el fresco piso de baldosas. Pero Fredo ya no tenía aquélla resistencia de su juventud cuando dormía donde lo agarraba la noche.
 Por eso se levantó sin hacer ruido para no despertar a su mujer que dormía plácidamente, y un rato después ya estaba con el termo bajo el brazo izquierdo y el mate espumoso en su mano derecha. Con paso liviano caminó por el largo pasillo exterior rumbo a la calle donde todavía reinaba el silencio de los motores de motos y motonetas que pululaban en el barrio, y la algarabía de los chicos jugando a la pelota. Se sentó en el muro de su casa y contempló aquél camioncito, un Ford del 49 que lo tenía más que preocupado. Examinó la cabina de color rojo, todavía en buen estado a pesar de los años, y la caja de metal a la que podía agregarle un alto vallado de madera para ganar así en volumen de carga cuando lo necesitaba.

- Cuántos años de satisfacciones y dolores de cabeza, me has dado hijo de puta, murmuró para sí mismo con una sonrisa.

 Era su fuente de trabajo y hacía dos días que no podía usarlo para el transporte de la carga de la más distinta índole que le encargaban la Municipalidad, el bolichero de la esquina o la barraca del barrio. Bolsas de papas, de cemento o tablones para la construcción llenaban la caja del camión cada jornada que tenía la suerte de recibir un pedido. Y a veces algún chacarero le pedía que le transportara pollos y gallinas al mercado. Y en los carnavales lo llenaba con murgueros que meta tambor recorrían el pueblo de punta a punta. Pero eran tiempos difíciles esos meses, los noticieros estaban llenos de noticias y comentarios sobre una crisis mundial que Fredo apenas escuchaba, pero veía sus efectos en su actividad que perdía continuidad. Ahora al camión le estaban fallando los frenos, y estaba decidido a arreglar la avería por cuenta propia, no podía darse el lujo de ir al taller de Domínguez y pedirle que le hiciera el servicio y luego no poder pagarle hasta que volviera a tener un trabajo importante. Algo que por el momento no parecía posible.

Tomó dos o tres mates más a la sombra de los paraísos que bordeaban la vereda de su casa y después se puso manos a la obra. Se sumergió debajo del camión que estaba estacionado allí mismo en la calle, y empezó a manipular el sistema de frenos con más intuición que conocimiento. Un perro solitario se acercó curioso y comenzó a olfatear las ruedas, y al fin dándose por satisfecho, levantó su pata trasera y le regó una de las ruedas a pesar que Fredo trató de ahuyentarlo puteándolo de todas las formas posibles. En todo caso después de un rato de manipular debajo del camión se dio por satisfecho y secándose las manos empapadas de líquido de frenos con un trapo, se sentó en la cabina y empezó a probar el pedal del freno para comprobar que hacía resistencia. Dudó de que algo hubiese cambiado y suspiró pensando qué debía hacer. Al fin se le ocurrió que la mejor forma de confirmar si los frenos realmente estaban bien era realizar una prueba con el camión en marcha. Pero para eso necesitaba la ayuda de su yerno Sebastián y de alguien más, tal vez Ricardito, el chico que lo acostumbraba a ayudar cuando necesitaba cargar el camión. Sí, Ricardito le podía dar una mano esa mañana, seguro que estaba durmiendo y no le costaría mucho despertarlo.

Esperó un rato más hasta que sintió que la yerba ya no tenía sabor, y cuando observó que Sebastián había terminado su desayuno, le contó lo que pensaba hacer.

- Necesito probar los frenos, Seba. Tenés que ayudarme, no es complicado, sabés?

Sebastián lo miró con ojos interrogantes y nada convencido de que lo que pensaba hacer era algo que realmente no tenía una cuota de riesgo. Pero Fredo estaba convencido que aquéllo era un buen plan, así que casi corriendo se fue hasta el rancho de Ricardito, un negro desgarbado con ojos brillantes y siempre alegre. Estaba durmiendo como se temía Fredo, pero después de zammarrearlo varias veces logró despertarlo y le pidió que lo acompañara. Ricardito se levantó a regañadientes y le hizo prometer que debía invitarlo con una taza de café con leche  y media galleta, ya que no podía despertarse completamente sin haber tomado un “desayuno completo”, sonreía Ricardito.

- Está bien, te tomás una taza de café,y  también podés comer pan fresco, pero nada de perder el tiempo, ché, dijo Fredo, contento que  lo acompañara.

Por eso le pidió a Nora, su mujer, que le sirviera un desayuno con pan blanco, manteca y mermelada que su compinche de tareas engulló rápidamente. Después se limpió la boca con la manga de la camisa y con una ancha sonrisa dijo que estaba listo para la misión, aunque no sabía todavía de qué se trataba.

Fredo los reunió a los dos frente al camión y les explicó cual era su idea. Él haría arrancar el motor y apenas apretando el acelerador, dejaría que se deslizara lentamente por la empinada calle de su casa, y luego de unos pocos metros recorridos, empezaría a probar los frenos. Si el camión no paraba Sebastián tenía que estar preparado con un tronco de unos veinte centímetros de diámetro para arrojarlo debajo de una de las ruedas traseras del camión. Seguro que que se detenía porque la velocidad iba a ser mínima, decía Fredo. Sebastián se rascó la cabeza y sintió el peso del tronco de eucalipto que no tenía más de un metro de largo. La idea no lo convencía pero a Fredo era difícil de hacerlo cambiar de opinión cuando se le ocurría una idea.

- Vos Ricardito te parás en la esquina por las dudas que venga un auto, una bicicleta o cualquier cosa rodando o caminando. Ponete en el medio de la calle y lo parás haciéndole señas. Mirá que puedo chocar si el camión no se detiene y voy preso, que es lo único que me falta, dijo Fredo muy serio.

Ricardito asintió siempre riéndose, y rascándose su cabeza llena de motas, se marchó cuesta abajo hasta llegar a la esquina y esperó que Fredo pusiera en marcha el camión. Desde la cabina éste vio que su ayudante le hacía señas que ya estaba listo, y Sebastián también levantó un brazo confirmando que estaba preparado. Sacó la piedra que servía de freno de mano debajo de una de las ruedas, y puso en marcha el motor que arrancó con un ronroneo que le llenó el cuerpo de satisfacción. Puso primera y con un suspiro apretó el acelerador suavemente. El camión empezó a deslizarse pero con un poco más de velocidad de lo que había calculado. Apretó el freno y nada, el camión siguió cobrando velocidad a pesar que había retirado el pie del acelerador y bombeaba frenéticamente el pedal del freno. Miró a Sebastián que a unos treinta metros lo esperaba ya preparado con el tronco de eucalipto en sus manos y con la mirada más que preocupada por lo que se avecinaba.

–No dudes Seba, no dudes ahora que esto se va a la mierda, pensaba Fredo mientras su pie seguía bombeando el pedal sin resultado.

Sebastián calculó que ya debía acercarse con la bravura de un torero a aquél zumbante toro con forma de camión, y desafiar los cuernos con forma de falores para arrojar el tronco debajo de la rueda como estaba convenido. Vio la cara asustada de su suegro y con determinación dio un paso adelante y justo a tiempo puso el tronco en el camino de la rueda. Pero el camión, saltarín, pasó de largo con un gemido de hierros viejos y siguió cobrando velocidad rumbo  a Ricardito a quien la sonrisa se le había ya borrado de la cara.
Fredo dejó de apretar el freno y se preparó para algo que no había pensado, y era cómo detener el camión en aquélla bajada sin que tuviera que chocar contra un árbol para lograr poner fin a su loca idea de que él podía arreglar los frenos sin conocer el oficio de mecánico. La plata que quería ahorrarse con el gasto del taller se multiplicaría por cien si hacía pedazos el motor, los faros y quién sabe que cosas más.

De pronto vio a Ricardito que le hacía señas desesperadas y miró a la derecha como un coche se acercaba a toda velocidad levantando una nube de polvo en la calle de balasto.

– Negro pará ese coche, paralo hijo de putaaaa! -gritaba en la cabina sabiendo que Ricardito no lo escuchaba, y lo peor, no hacía como habían convenido, sino que saltaba a un costado y se despreocupaba del coche que se avecinaba.

Ricardito sólo se quedó allí parado  con los ojos desorbitados mientras el coche se acercaba inexorablemente a la esquina. Fredo tomó una determinación que sabía podía ser lo último que hacía en su vida. Con un giro violento en el volante torció a la izquierda evitando por centímetros al otro vehículo que también hizo una maniobra brusca y desapareció bajo la nube de polvo. Fredo había perdido el control parcialmente porque el camión se acercaba peligrosamente a la cuneta, y debido a la velocidad y el brusco giro a la izquierda estaba marchando sobre las dos ruedas derechas, mientras que las dos del costado izquierdo estaban en el aire.
Ricardito se agarraba la cabeza y Sebastián corría desesperado pensando lo peor cuando veía como el camión se inclinaba cada vez más y la suerte de Fredo parecía estar  sellada.

- Sin embargo, seguro que un ángel me estaba protegiendo ese día, recordaría después Fredo.

Porque el camión chocó antes de volcar con la pared de la cuneta suficientemente alta para que el Ford se enderezara sobre sus cuatro ruedas, y girando se detuviera en medio del polvo de la calle con un gemido de animal herido.
Fredo recostó su cabeza sobre el volante, miró a su alrededor y cuando comprobó que nada serio había pasado, se bajó con las piernas todavía temblando y la frente chorreando un sudor frío. Sebastián y Ricardito llegaron jadeando a su lado, atropellándose para preguntarle si estaba bien.
- Si no me pasó nada, dijo con un a voz apenas audible. Luego levantó la cabeza y miró a Ricardito que había recuperado la sonrisa.
- Negro, me cagaste, te dije que pararas a todo lo que venía por la calle y no te pusiste donde te dije para que ese coche parara. Qué desastre, mirá si lo choco, mirá si vuelco el camión, mirá si mato a alguien...

Ricardito lo miró compasivamente y dijo:

- Tomá pa´ vos que me voy a quedar en medio de la calle pa´ que me pase un auto por arriba. Ché, yo no tengo ganas que me pase semejante cosa por un desayuno con manteca y  mermelada, dijo Ricardito muy serio.

Sebastián lanzó una carcajada en medio de la calle que se estaba poblando de vecinos curiosos y preocupados. Fredo miró a Ricardito, dió dos pasos y lo abrazó riéndose de aquélla absurda escena donde por un pelo se salvó de provocar un desastre.
- Bueno, vamos a tomar unos mates y vemos cómo sacamos el camión de este lugar, dijo Fredo pasando sus brazos por los hombros de sus compañeros.
Los tres se fueron a paso lento y riéndose, mientras el Ford detenido sobre la calle, y con el radiador todavía humeante, era rodeado por los chicos que habían dejado de jugar a la pelota y comenzaban a saltar sobre la caja y se amontonaban en la cabina, dando gritos de alegría.

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viernes, 23 de septiembre de 2011

El apagón comunicativo

En una reciente encuesta alrededor del 50 por ciento de los españoles respondieron que sentían ansiedad y no pocos angustia si se olvidaban de su celular en la casa o en el trabajo, según un informe de USP Hospitales. Con la llegada de los smartphones el problema se ha agudizado. Probablemente como un fenómeno más acuciante en los grandes centros urbanos combinados con el estrés diario. En mi caso lo puedo constatar cada día en el metro de Estocolmo. Estar "conectado" se ha vuelto una obsesión y la gente ausculta la pantalla de su teléfono como si estuviera buscando la revelación última de la existencia humana. Hace diez años en el metro la gente hablaba por su celular, gesticulaba y con cierta arrogancia, demostraba que poseía un "osito" como lo llaman cariñosamente en Suecia. Esa modalidad ha ido desapareciendo, y ahora los i-phones y los androides son los que ocupan la atención y la pasión, sobre todo de los jóvenes, que hipnoptizados esperan el mensaje de texto o una foto de una amiga/amigo o simplemente escuchan la música machacona creada en las computadoras. Los dedos se mueven febrilmente sobre el teclado digital cuando escriben mensajes y es imposible no admirar la velocidad con que logran muchos escribir esos textos, comparándolos claro con la lenta pachorra de mis dedos.

Siempre hemos desconfiado de las nuevas tecnologías hasta que las probamos y finalmente las adoptamos sin mayores remordimientos, y hasta nos sentimos felices de superar esa barrera que nos separaba de los demás "iluminados". En el trabajo ya es una herramienta indispensable para muchos independientemente de la edad. Sin embargo hay un nuevo (o viejo) riesgo o posibilidad en este mundo cada vez más digitalizado. Por un lado el control a la que estamos sometidos concientemente por las gigantescas empresas que dominan el mercado y sobre las que ignoramos cómo manejan esos trillones de datos que entran y salen de sus servidores. La segunda, y solo por nombrar dos, es el tema social de muchos jóvenes y adultos que se mueven en ese mundo virtual, y que con tanta ansiedad esperan que les llegue una señal de algún tipo, ese impalpable cordel que los va atando a otros cabos y maromas tan expectantes como las propias.
Según el informe "los jóvenes son el colectivo más vulnerable, ya que su actual patrón de sociabilidad y relación con los iguales ha cambiado desde hace una década atrás". Ahora se hace cada vez más a través de los teléfonos y no tanto a través del "mundo real". Por lo tanto lo que llaman "el apagón comunicativo" se hace un problema muy serio que desata la angustia y la ansiedad en los jóvenes cuando el teléfono no vibra o no chilla con la llegada del mensaje o una llamada.

Con la difusión masiva de los smartphones, esa obsesión se ha multiplicado porque las aplicaciones y funciones están creciendo aceleradamente, y nadie se atreve a creer que hay un punto final en el desarrollo de esta tecnología. Las generaciones más veteranas tratamos de seguir el paso a ese desarrollo y muchos nos sentimos también ansiosos cuando salimos sin el teléfono a cuestas. Sin embargo prontamente nos olvidamos que lo llevamos encima, y de pronto en medio de una función de cine, cuando la película está en su mejor momento, suena el celular del espectador en el asiento vecino, y toda la magia del momento se evapora con los timbrazos del "osito". Unos codazos de la mujer a su lado lo hacer reaccionar con la cara hecha un tomate, pero el daño ya está hecho. Pronto esa tecnología encerrada en un chip se incorporará a nuestros cuerpos con botones virtuales en las manos y un micrófono también virtual en la nariz. Y quien sabe,  a lo mejor entonces seremos más felices.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Brindemos con petróleo





Ambos llegaron casi juntos, levantaron sus brazos en señal de victoria en Trípoli y prometieron seguir bombardeando el resto de los últimos reductos de las tropas de Gaddafi. Nicolás Sarkozy, presidente de Francia y David Cameron, primer ministro británico,  no fueron a celebrar la instauración de la flamante democracia libia, sino a asegurar negocios con los ex-aliados de Gaddafi. Se trata de Mahmoud Jibril y Mustafa Abdul Jalil, líderes del National Transitional Council (NTC). Jabril prometia  en la misma conferencia de prensa que aquéllos países que habían ayudado militarmente  a los rebeldes, tendrían la oportunidad de explotar los campos de petróleo y reconstruir la infraestructura destruída. 
La intervención de la OTAN en Libia ha sido sin dudas la más descarada de los últimos tiempos bajo la cobertura de la bandera de la ONU y el beneplácito de su Secretario General Ban ki-Moon, que no hizo nada para detener un conflicto que hasta ahora ha causado decenas de miles de víctimas, en parte por las miles de bombas de la OTAN que han caído sobre las ciudades libias.

La misión de la ONU era proteger la población civil, pero no pasaron muchas semanas antes que la finalidad de la misión quedara muy clara: derrocar a Gaddafi y una vez por todas controlar directa o indirectamente la explotación del petróleo, y las diversas áreas de negocios que ofrece el país ahora que el nacionalismo panárabe gaddafiano ha sido pulverizado. Bajo aquélla dudosa excusa democrática se tomó partido abiertamente por un grupo de rebeldes, que comandados por dos de los viejos aliados de Gaddafi, los ya nombrados Mahmoud Jibril y  Mustafa Abdul Jalil, los cuales se pusieron frente a la rebelión apenas olfatearon que la OTAN prepraraba sus ataques, y reconocieron estar dispuestos a abrir las puertas a las inversiones de las antiguas potencias coloniales. Una ironía más de la historia.

El cinismo con que la prensa occidental en general ha tratado el tema es escandaloso, aceptando la intervención sin ningún análisis crítico a lo que se planteaba, y sirviendo de megáfono a la  retórica de la lucha por los derechos humanos y la democracia de los que azuzaron a la guerra civil. Y no es que Libia no necesitara más libertades y un régimen más democrático, y un Gaddafi que se retirara a su tienda famosa, sino porque el NTC que han apoyado no da ninguna garantía de que la nueva Libia sea más democrática, abierta y su población más libre. Al contrario, los elementos islamistas que hay entre los rebeldes ya están mostrando los dientes y esforzándose por imponer por la fuerza su proyecto, entre otros reducir a un segundo plano a la mujer libia, que en muchos casos había logrado tirar a la basura el velo islámico y conquistado derechos que en otros países musulmanes no los tienen. Al mismo tiempo estos “protegidos”  fusilaban  indiscriminadamente a los africanos negros que hay en el país, acusándolos de ser mercenarios de Gaddafi, lo cual ha sido denunciado por Amnesty International y otras organizaciones humanitarias.
Nicolas Sarkozy en Francia y David Cameron en Gran bretana estarán orgullosos de haber cosechado tanto apoyo entre los ciudadanos en sus respectivos países en esta guerra que nuevamente ha destruido otro país, ya que el colega Silvio Berlusconi en Italia, acosado por las demandas judiciales y su crisis financiera, ha tenido que quedarse en casa tratando de apagar diversos incendios en el foro romano.

Las democracias jamás inician una guerra, decían orgullosos los líderes occidentales en el siglo pasado . Sin embargo ya hay demasiados ejemplos en la anterior centuria , y en esta que se inicia, como para enterrar definitivamente ese mito que apenas fue verdad en alguna ocasión, pero insuficiente como para convertirse en una paradigma universal. Si los clanes libios no se ponen de acuerdo, este país que fue fundado en 1951 como un acuerdo entre las potencias coloniales, puede balcanizarse y terminar como la antigua Yugoslavia, desmembrada por una nueva guerra fratricida protagonizada por los distintos intereses económicos, políticos y religiosos que hoy bullen en las entrañas de ese caótico e imprevisible movimiento rebelde. Que Alá los ayude.


miércoles, 14 de septiembre de 2011

Un bacilo que mata

Un pulmón afectado por el bacilo de Koch
La tuberculosis (TB) parecía estar en camino a desaparecer en la gran mayoría de los países de Europa occidental. Sin embargo en los últimos años la enfermedad ha renacido con fuerza y las cepas de este bacilo, multiresistente (MDR) y ultrarresistente (XDR) a todo antibiótico, está expandiéndose por muchos países europeos. Así lo advierte la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su último informe.
Las estadisticas muestran que son más de 80 000 los casos registrados en los países europeos.
El 12 por ciento de los pacientes son portadores del bacilo MDR o del XDR, y la mitad de ellos se pronostica que no podrán sobrevivir. La razón es que no hay un antibiótico suficientemente poderoso para neutralizarlos. Recién para 2013 se espera contar con un medicamento apropiado para disminuir la mortalidad causada por esta enfermedad.Y una de las ciudades europeas que mayor cantidad de casos ha registrado en estos últimos tiempos es Londres, con unos 3500 nuevos casos cada año
El pronóstico de OMS es alarmante ya que la organización ha hecho una proyección que muestra que el numero de pacientes enfermos de TB pueden llegar a más de 260 000 en Europa occidental para 2015.

La pandemia causaría entonces una enorme presión sobre el sistema de salud de los países más afectados, en tiempos en que la salud pública se encuentra torpedeada por severos recortes efectuados por gobiernos desesperados por equilibrar sus presupuestos al rojo vivo.
Pero el escenario más oscuro está sin dudas en otros continentes. En países asiáticos como China, en Rusia y países de la Europa Oriental la pandemia sigue siendo un serio desafío para esas sociedades. Por ejemplo, el 28% de las personas a las que se les diagnosticó tuberculosis en 2008 en una región del noroeste de Rusia presentaban la forma MDR  de la enfermedad. Se trata del nivel más alto notificado jamás a la OMS. Anteriormente, el nivel más elevado registrado fue del 22% en la ciudad de Bakú (Azerbaiyán), en 2007.
África también está afectada seriamente por la pandemia, pero las estadísticas en muchos países son inseguras, especialmente en países como Somalia que sufre además una de las peores hambrunas de su historia.
La OMS trabaja para reducir en un 50 por ciento las tasa de prevalencia y muertes de aquí al 2015. Pero las perspectivas son poco alentadoras si tenemos en cuenta que la TB -MDR y la TB-XRD ganan espacio y todavía no existen los medicamentos apropiados para combatirlas. El costo de esos medicamentos  son también un dolor de cabeza porque no todos los paises disponen de recursos para financiarlos.

 
Muchas veces se asocia además la TB con el VIH lo que profundiza la fragilidad de los servicios de salud en muchos países como la ya nombrada Somalia donde apenas existen, y si lo hacen es muchas veces gracias a los aportes de ONG:s, iglesias o privados, lo que lleva a concluir que el panorama para escapar a ese incierto futuro y revertir la tendencia a la expansión de esta enfermedad se hace cada vez más difícil.
Según la OMS cuando los pacientes con TB se detectan pronto y reciben un tratamiento completo, dejan rápidamente de ser contagiosos y acaban curándose pronto. Pero las estadísticas de la OMS muestran también que actualmente mueren alrededor de 1 millón 700 mil personas cada año a causa del bacilo de Koch.
Mapa sobre  los nuevos casos de TB registrados por cada 100 000 habitantes 2009. Fuente:OMS

jueves, 8 de septiembre de 2011

Te pego porque te quiero

Un turista italiano de visita en Estocolmo le pega a su hijo en plena vía pública y frente a varios testigos. Uno de ellos llama a la policía y el escándalo es un hecho. Ocurrió la semana pasada y el caso tuvo resonancia internacional, especial en Italia donde los medios difundieron el incidente y debatieron sobre si la legislación sueca que protege a los menores de edad debería ser imitada en la peninsula itálica o no.

En Suecia existe una ley desde 1979, que penaliza el castigo físico a los niños. Se intima al menor a denunciar a las autoridades sociales o a la policía en caso que esto suceda. Incluso hay organizaciones que atienden llamadas urgentes de menores que han sido objeto de castigos y luego aconsejan al chico o chica cómo hacer esa denuncia si ese es su deseo. Los que defienden la ley explican que si un adulto va a la cárcel por pegarle a otro adulto, porqué no iba a recibir el mismo castigo un adulto que golpea a un menor, aún siendo su hijo. La ley debe ser igual para todos, argumentan convencidos de que la ley ha influido en muchos padres que se la piensan dos veces antes de castigar a sus hijos.

En todo caso el hecho ocurrido en la Ciudad Vieja de Estocolmo levantó ampollas en el debate entre los italianos que están a favor o en contra de que en ese país se apruebe una ley similar a la sueca de protección al menor. Y es que las diferencias culturales de cómo deben educarse los hijos quedan muy claras cuando surgen este tipo de agresiones, por lo menos en las intenciones. En Italia como en otros muchos países, todavía existe en muchas familias el convencimiento de que pegarle un coscorrón o un cachetazo, tirale de las orejas o del pelo a los hijos, ayuda a la educación y buen comportamiento cuando se ha traspasado algún límite por parte del chico o la chica. A veces el castigo es todavía más violento, y entonces claro ya no está este dirigido ha corregir una "mala conducta", sino ha descargar sobre el menor una brutal agresión con motivos que cada uno de los agresores lleva seguramente en su mochila.
El tema además es que en Suecia muchos se burlaban de que en Italia había gente que reaccionaba contra lo que en general aquí muchos están convencidos, es decir que los padres suecos no golpean a sus hijos. Pero la mala fortuna quiso que apenas dos días después del incidente del la Ciudad Vieja se publicara un informe sobre la violencia en lo hogares suecos. Y las estadísticas frías e inexorables muestran que la violencia contra los menores de edad ha aumentado, según los investigadores de la fundación Allmäna Barnhuset.

En 2010 se hicieron más de 2500 denuncias por maltrato a menores entre 0 y 6 años. Según los investigadores unos 20 000 niños entre las edades de 0 y 12 años son objeto de algun tipo de castigo físico cada año. A pesar de la legislación que protege a los niños la costumbre del castigo no desaparece porque al parlamento y las autoridades decidan prohibir  el castigo y penalizar a los padres. Una cultura familiar donde todo lo que ocurre entre las cuatro paredes del hogar es sólo es asunto de los padres, léase del patriarca, impide que miles de niños puedan evitar ser castigados.
Qué pasó entonces con el padre padrone todavía detenido? El martes pasado declaró ante el juez. La sentencia se conocerá en los próximos días, pero en el aire queda suspendida la pregunta de si este episodio despertará la sensibilidad en muchos padres que acostumbran a castigar a sus hijos y si entederán que el diálogo y el cariño es el mejor método para  corregir lo que se entiende es un mal comportamiento, y así comprender la situación por la que pasa el chico y ser comprendidos en el ejercicio de autoridad que tanto la madre y el padre se arrogan como responsables de su educación, y que respetando al chico se respetan a sí mismos.