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jueves, 8 de septiembre de 2011

Te pego porque te quiero

Un turista italiano de visita en Estocolmo le pega a su hijo en plena vía pública y frente a varios testigos. Uno de ellos llama a la policía y el escándalo es un hecho. Ocurrió la semana pasada y el caso tuvo resonancia internacional, especial en Italia donde los medios difundieron el incidente y debatieron sobre si la legislación sueca que protege a los menores de edad debería ser imitada en la peninsula itálica o no.

En Suecia existe una ley desde 1979, que penaliza el castigo físico a los niños. Se intima al menor a denunciar a las autoridades sociales o a la policía en caso que esto suceda. Incluso hay organizaciones que atienden llamadas urgentes de menores que han sido objeto de castigos y luego aconsejan al chico o chica cómo hacer esa denuncia si ese es su deseo. Los que defienden la ley explican que si un adulto va a la cárcel por pegarle a otro adulto, porqué no iba a recibir el mismo castigo un adulto que golpea a un menor, aún siendo su hijo. La ley debe ser igual para todos, argumentan convencidos de que la ley ha influido en muchos padres que se la piensan dos veces antes de castigar a sus hijos.

En todo caso el hecho ocurrido en la Ciudad Vieja de Estocolmo levantó ampollas en el debate entre los italianos que están a favor o en contra de que en ese país se apruebe una ley similar a la sueca de protección al menor. Y es que las diferencias culturales de cómo deben educarse los hijos quedan muy claras cuando surgen este tipo de agresiones, por lo menos en las intenciones. En Italia como en otros muchos países, todavía existe en muchas familias el convencimiento de que pegarle un coscorrón o un cachetazo, tirale de las orejas o del pelo a los hijos, ayuda a la educación y buen comportamiento cuando se ha traspasado algún límite por parte del chico o la chica. A veces el castigo es todavía más violento, y entonces claro ya no está este dirigido ha corregir una "mala conducta", sino ha descargar sobre el menor una brutal agresión con motivos que cada uno de los agresores lleva seguramente en su mochila.
El tema además es que en Suecia muchos se burlaban de que en Italia había gente que reaccionaba contra lo que en general aquí muchos están convencidos, es decir que los padres suecos no golpean a sus hijos. Pero la mala fortuna quiso que apenas dos días después del incidente del la Ciudad Vieja se publicara un informe sobre la violencia en lo hogares suecos. Y las estadísticas frías e inexorables muestran que la violencia contra los menores de edad ha aumentado, según los investigadores de la fundación Allmäna Barnhuset.

En 2010 se hicieron más de 2500 denuncias por maltrato a menores entre 0 y 6 años. Según los investigadores unos 20 000 niños entre las edades de 0 y 12 años son objeto de algun tipo de castigo físico cada año. A pesar de la legislación que protege a los niños la costumbre del castigo no desaparece porque al parlamento y las autoridades decidan prohibir  el castigo y penalizar a los padres. Una cultura familiar donde todo lo que ocurre entre las cuatro paredes del hogar es sólo es asunto de los padres, léase del patriarca, impide que miles de niños puedan evitar ser castigados.
Qué pasó entonces con el padre padrone todavía detenido? El martes pasado declaró ante el juez. La sentencia se conocerá en los próximos días, pero en el aire queda suspendida la pregunta de si este episodio despertará la sensibilidad en muchos padres que acostumbran a castigar a sus hijos y si entederán que el diálogo y el cariño es el mejor método para  corregir lo que se entiende es un mal comportamiento, y así comprender la situación por la que pasa el chico y ser comprendidos en el ejercicio de autoridad que tanto la madre y el padre se arrogan como responsables de su educación, y que respetando al chico se respetan a sí mismos.

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