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lunes, 19 de marzo de 2018

Cuentos en la Nube LA INICIACIÓN

Las primeras experiencias sexuales de los varones pueden llegar a ser un complicado proceso enlazado con los prejuicios sociales, los tabúes, la protección justificada a las jóvenes, la ignorancia sobre el sexo y sus consecuencias; si el amor está implicado o no, y no menos importante si por el debut sexual se paga por el acto de acostarse con una mujer. El siguiente relato es una historia perteneciente a mi generación, aquella que se debatía entre "el amor libre" o ir al quilombo porque no había otra alternativa.

LA INICIACIÓN

El grupo de amigos iba subiendo por una calle empinada entre bromas, empujones y risas estrepitosas. Eran cinco y estaban alegres por el vino que habían tomado en el bar y parrillero del Cangrejo. Nacho era el más joven de todos. Apenas diecisiete años cumplidos y en realidad ya debía haber regresado su casa como los padres le habían ordenado desde que le permitían salir a reunirse con sus amigos un rato por la noche. Pero hoy Nacho se sentía más alegre que nunca en compañía de ellos. Eran bastantes mayores que él pero las tempranas inquietudes de Nacho por el cine, la literatura y la cultura en general, le había abierto las puertas al grupo. Julián, Miguel, Pocho y Humberto tenían entre veinte y veintinco años. Ellos le llamaban Benjamín, y él estaba feliz porque lo habían aceptado a pesar de la diferencia de edad. 
Julián y Pocho fumaban y todos bebían cerveza, vino si cenaban carne asada en algún parrillero, espinillar cuando salían de parranda. Nacho había empezado con las primeras pitadas, pero no compraba cigarrillos. No tenía plata para hacerlo y se conformaba cuando alguno de los dos fumadores le ofrecía un pitillo. O le alcanzaban una cerveza para que los acompañara cuando sentados en el bar preferido del Cangrejo pasaban las horas del sábado charlando con otros amigos.

Esa noche sabatina habían salido del bar y se encaminaban a otro lugar alejado del centro. 
Vamos a festejar tus diecisiete en lo de Alma - dijo Julián pasando el brazo por el hombro de Nacho.
Vas a entrar por primera vez a un quilombo a tomarte una cerveza con amigos- se rió Miguel mientras le daba una cachetada amistosa en la mejilla y le hacía una guiñada a los otros.
Y si no nos gusta el ambiente cruzamos a lo de Blanche, agregó Humberto. 

Nacho sabía que eran los prostíbulos legales del pueblo, pero nunca había pisado esos lugares porque era menor de edad. Alma y Blanche, las propietarias, regenteaban con mano dura los locales que estaban ubicados uno frente al otro. Había un bar en cada una de las esquinas con espacio para unas mesas y una pista de baile que los clientes usaban para bailar con las mujeres que ejercían la prostitución. Esa noche el bar de Alma estaba muy frecuentado y la música llenaba el salón. Un trío improvisaba milongas, tangos  y cumbias al son de una guitarra, un acordeón y un bajo. 

Te tenemos una sorpresa, Benjamín - dijo Pocho al llegar y detenerse en la puerta del local. En ese momento sonaba el tango Te acordás hermano” y dos parejas quebraban el talle muy concentrados en el baile. 
No me digas? Me van a invitar con un ron? - preguntó Nacho sorprendido y contento porque creía que iba a probar por primera vez la bebida fuerte que los amigos le habían prometido cuando una oportunidad propicia se presentara.
Ya verás, pero tenés que prometer que no te vas a arrugar, eh? 
Por supuesto que no - respondió con voz segura,  aunque no pudo simular que un temblor imperceptible tintineaba detrás de las palabras si alguien tenía el oído atento. Pero no fue así porque la música y las risas ocultaban lo matices de las voces. 

Los cinco amigos entraron finalmente en el bar, saludaron a Alma que estaba sentada detrás de la barra del mostrador, aparentemente semidormida. No obstante todos sabían que detrás de esa apariencia vigilaba con ojo de halcón todo lo que pasaba a su alrededor. Los que bebían, los que bailaban y los que se iban a las habitaciones acompañados con las chicas. Nadie conocía su edad. Al igual que su rival al otro lado de la calle, había llegado siendo niña del Líbano cuando el Imperio Otomano comenzó a perseguir a los cristianos, había leído Nacho en un libro. Eran inmigrantes sirios-libaneses que huían de la guerra y la miseria entreverados con armenios y otras nacionalidades. Todos les llamaban turcos” indistintamente, porque tenían pasaportes de aquél país. Nacho trató de leer en aquél rostro marcado por profundas arrugas, donde una nariz prominente dominaba como un peñón circundado por una cabellera negra y crespa que ensombrecía aún más su severo aspecto. Huellas que  hablaban de las penurias pasadas durante la huida junto a su familia con destino a Montevideo, pensó Nacho, cuyos pensamientos se vieron interrumpidos por la voz de Julián.
 Sírvanos espinillar a todos -pidió Julián al barman que sonrió levemente al mirar fijamente a Nacho. 
No te preocupés, que está con nosotros y solo lo vamos a invitar con una copa -agregó Julián mientras levantaba el vaso y pronunciaba las tres palabras del ritual.
Salud, Amor y Fortuna!
Sea! - dijeron todos a la vez.

En eso se acercó al grupo una mujer de mediana edad, algo entrada en carnes pero con los vestigios de una belleza 
pasada que con el tiempo se había ido apagando entre los destellos que todavía relucían en sus ojos y la dura vida de 
prostituta en los lupanares.
 Esta es Pati, la sorpresa que teníamos para vos, Benjamín - dijo Humberto que había conversado con la mano derecha de Alma, la tana Rosario, una cincuentona con brazos de luchador. Nacho dio un respingo y un paso atrás cuando Pati se acercó él sonriendo y abrazándolo le dió un beso tronante en la mejilla. Se puso colorado contra su voluntad y quedó rígido frente a la mujer. Sin embargo Pati siguió sonriendo y con voz dulce le dijo:
Que pintún que sos nene. Tengo ganas de comerte todo… Vení, vamos a divertirnos juntos -y Pati lo tomó de la mano y lo arrastró fuera del local. Él se dejó llevar porque en ese momento no sabía que hacer.

Vení guachito con mami. Te voy a enseñar algunas cosas que todavía no has aprendido -dijo ella riendo bajito y algo coqueta.

Nacho sintió que aquéllo estaba escapando de su control porque había creído que era una broma de sus amigos en connivencia con Pati. Pero no era así. Ella seguía arrastrándolo a través de un patio de baldosas blancas y negras, sombrío y lleno de susurros provocados por otras parejas, quizás discutiendo algún precio o hablando simplemente sobre temas de los que Nacho no tenía la menor idea.

Dale nene, caminá más rápido que tengo clientes esperando - mencionó con voz urgente Pati que de todas maneras no había perdido el tono cariñoso. Entraron en una habitación iluminada levemente. Una cama de dos plazas prolijamente tendida ocupaba el centro de la habitación. La sobrecama de color rosa viejo hacía juego con dos lámparas cuyas  pantallas expandían una luz roja en las paredes. En un rincón había un tocador con dos botes de cremas y dos frascos de perfumes baratos, y elevándose sobre ellos, un espejo que reflejaba la cama y los almohadones de pluma. En el otro rincón una palangana de porcelana con agua tibia descansaba sobre un trípode de hierro forjado.

Vamos, bajate los pantalones y sacate los calzoncillos. Vamos a lavar el pito, nene. No te quedes ahí parado. Vení te digo
Está bien, ya voy - respondió Nacho en voz baja y atragantándose, mientras con paso vacilante caminaba hacia la palangana donde Pati removía el  agua con sus dedos llenos de anillos. Ella se enjabonó las manos y tomó el desfallecido miembro y empezó a lavarlo con cuidado. 

Ves nene? Esto hay que hacer cuando estés con tu novia antes de coger. Siempre bien limpita la verga, sabés? Mirá 
que la tenés bastante grande, atorrante. Las mujeres tienen la concha muy sensible a las enfermedades que los hombres pueden transmitirles, claro que a veces sin saberlo, ta? Por eso tenés que usar condón. Es lo más seguro. 
Ta? Tomá, ponételo.
Sí, Pati - balbuceó Nacho mientras se secaba la entrepierna con la toalla que le había acercado la mujer y trataba de ponerse el forro como le llamaban sus amigos. Pati se dio cuenta que era la primera vez que lo hacía y lo ayudó a ponerlo en su lugar. 
Ahora vení a la cama, que vamos a follar como dicen en España. Conocías esa palabra?
No, no sabía que decían así.
Nosotros decimos coger, pero en otros países usan otras palabras, algunas muy divertidas - le decía Pati de espaldas mientras se desnudaba sentada en la orilla de la cama.

Nacho vio la desnudez de la mujer iluminada por las luces rojas de la habitación y reflejada en el espejo que devolvía la imagen de sus senos protuberantes de pezones oscuros, el vientre con dos pliegues que subían hasta sus pechos, los muslos todavía firmes y en medio de ellos un bosque oscuro donde palpitaba el sexo con el que había soñado infinidad de veces en sus fantasías de adolescente mientras se masturbaba. De rodillas en la mitad de la cama Nacho sintió entonces que lo invadía un calor gratificante y que su sexo comenzaba a cobrar vida, ya no estaba laxo como antes, sino que empezaba a crecer y a endurecerse. Pati se acostó de espaldas y tomó entre sus manos el miembro del chico y jugó con él un momento.

Vamos, vamos! - dijo imperativamente al ver que la caricia no daba todo el resultado esperado. 
No pensarás que te la voy a chupar, no? - murmuró Pati mirándolo desconfiada.     
No, es que no estaba preparado para esto. Me gustás pero todo ocurre tan rápido que me cuesta hacerme la idea que realmente vamos a coger - dijo Nacho con voz cada vez más desamparada. Sentía que el deseo de poseerla  se le escapaba nada menos que a través de su sexo, como un globo que se desinfla cuando se suelta la atadura. Se acostó de espaldas zafándose de las manos de Pati, y por primera vez vio las manchas de humedad en el techo de la habitación disimuladas por la tenue luz. 

Que te pasa gurí? Dale! No me hagas perder el tiempo, ya te dije que tengo más clientes esperando, carajo!
El tono cariñoso y sensual había desaparecido de la voz de Pati. Ahora lo urgía y Nacho sintió que la angustia subía por su pecho y lo paralizaba.

Lo siento Pati, no puedo. Me siento extraño contigo y en este lugar - pudo responder con la voz ahogada.
Tus amigos ya me pagaron. Así que si querés vestite y regresá con ellos - dijo fríamente Pati, indiferente.

  Nacho se incorporó de la cama cabizbajo, se vistió y antes de abrir la puerta se dio media vuelta y miró a Pti todaví
recostada en la cama.
Adiós Pati, lo siento.
No lo sientas nene. Para mi fue un ratito divertido y de descanso. Además tus amigos me pagaron, jajaja! - rió con 
alegría fingida. No le gustaba que un cliente se marchara sin que ella hubiera logrado que la penetrara y provocarle un orgasmo. Podía difundirse la noticia del fracaso del chico y convertirse en publicidad negativa para sus intereses. Y se las tendría que ver con Alma.. 
Mirá gurí, no digas a tus amigos que no pudiste coger conmigo. Que quede solo entre nosotros. Ta? 

Nacho solo afirmó con su cabeza que estaba de acuerdo. Cerró la puerta, caminó unos pasos y se detuvo en el patio que ahora estaba vacío. Podían sin embargo escucharse gemidos y suspiros desde los cuartos que tenían las ventanas abiertas, y la música del bar. Dudó si marcharse directamente a su casa o ir hasta el bar donde sus amigos lo estaban esperando.  Hizo un poco de tiempo, y pensó que de todas maneras debía agradecer el regalo que le habían hecho. Habían tenido buenas intenciones con el regalo. Querían que debutara sexualmente con una profesional. Y casi lo logra, pero se sentía vacío y humillado, aunque le costaba reconocerlo.  Entró en el bar para encontrarse con ellos, allí estaban todavía. Pocho bailaba con una de las mujeres mientras los otros bebían cerveza parados frente al mostrador.

Aquí viene el machocabrío, el sátiro poronguero! -dijo Julián al verlo entrar.
Epa! qué rápido que pegó la vuelta, amigo! Cómo fue eso? - preguntó Humberto.
Te gustó la experiencia, Benjamín? - martilló Miguel en los oídos de Nacho que todavía dudaba que iba a decirle a sus amigos.
Sí, fue muy bueno. Pati es maravillosa -mintió mirando el piso.

Los amigos callaron por un momento. El silencio puso aún más incómodo a Nacho que no sabía qué decir. Al final se le escapó un suspiro y atinó a decir:
Tiene las tetas grandes como melones! Un coro de carcajadas apagó por unos segundos el bullicio del local. Después Nacho y sus amigos regresaron calle abajo en silencio, mientras la música se iba apagando a sus espaldas. Y Nacho juró para sí mismo que no visitaría jamás un quilombo, allí donde estuviera.



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jueves, 8 de marzo de 2018

Cuentos en la Nube LUCHA DE CLASES y ALGO MÁS

La desigualdad entre hombres y mujeres cobra actualidad cada año el 8 de Mayo en buena parte del mundo, por lo menos allí donde las mujeres hace décadas enarbolan banderas reivindicativas y muestran la desnuda realidad. Este cuento lo publiqué hace un tiempo, pero creo que es un buen ejemplo de cómo se reproducen esas desigualdades, incluso allí donde sería más fácil verlas y cambiarlas.

Todavía había una luz natural debilitándose lentamente a las cuatro de la tarde cuando Cecilia atravesó la calle solitaria castigada  por el viento y la nieve, donde la noche muy pronto sembraría mantos de sombras. Iba pensando en el resultado de la última reunión del sindicato y el tema que más le interesaba, los derechos de la mujer y la igualdad salarial, donde a pesar de la retórica y las palabras bonitas de sus compañeros, poca cosa había cambiado. Y de esto hacia décadas. Entró en un bar y pidió una copa de vino tinto de la Rioja,  y abrió su libreta de apuntes. La repasó cuidadosamente y se dio cuenta que de una forma velada los otros miembros de la dirección del sindicato evitaban el tema mocionando sobre otros asuntos y relegando el suyo. Ya se vería reflejado en el protocolo de la reunión dónde lo habían situado, pero no le cabía dudas que en el último lugar, olvidado. Estaba acostumbrada a esas maniobras que parecían justificadas a los ojos de los demás. O sea, sobre su propuesta de discusión, poco o nada, pensó convencida del mal trago que la esperaba. Todo el mundo en la reunión querían marcharse temprano a sus casas.

Se aflojó el cinturón del abrigo negro que le estaba causando ya mucho calor y lo colgó en el respaldo de la silla. Miró a su alrededor y vio que Víctor se acercaba a su mesa. Él también había participado de la reunión, y entre el grupo de hombres que integraban la dirección del sindicato, era con el que podía discutir sin prejuicios los temas de la igualdad entre los géneros en la empresa.

- Hola Cecilia -saludó Víctor a su compañera. - Pensé que estarías aquí antes de irte a casa.

- Hola. Sí vine a poner orden a las ideas después de esta reunión tan poco fructífera.

- ¿Que fue lo que más te molestó? -preguntó Victor, sondeando el estado de ánimo de su compañera mientras se quitaba la chaqueta de cuero y la gorra vasca con la que acostumbraba a cubrir su cabeza.

- Deberías saberlo tan bien como yo - respondió con voz tensa Cecilia. - La indiferencia hacia el tema de la mujer en nuestro lugar de trabajo me causa una terrible decepción. Y a nivel nacional no es distinto. En estas reuniones siempre hay una mayoría de hombres que echan para atrás  mis planteos. 

- No deberías ser tan dura. Es difícil para estos veteranos, que todavía son mayoría, pensar en cambiar las reglas de juego a favor de las mujeres

- ¿Pero como es posible que no vean la injusticia en la diferencia de salarios entre hombres y mujeres? ¿Acaso no hacemos el mismo trabajo? ¿No se llenan la boca con el igualitarismo y la explotación injusta del obrero? - dijo Cecilia convencida que ese argumento debía ser decisivo para que se comprendieran que sin mujeres los hospitales, las escuelas, las fábricas y otros muchos servicios más elementales donde trabajaba una buena parte de la mano de obra femenina, se paralizaría.

Víctor se rascó la mejilla derecha y bebió un sorbo de su whisky. Se aflojó la corbata de color rojo y suspiró disimuladamente.  Sabía que Cecilia tenía razón, pero él había adoptado una posición neutral a la hora de discutir los temas salariales y las diferencias en las condiciones de trabajo entre hombres y mujeres. Sabía que los patrones presionaban a la dirección sindical para que obviaran el tema del salario igualitario, aunque resultara escandaloso a la vista de los resultados y las protestas. La prensa publicaba cifras sobre esas diferencias que en algunos sectores de la economía eran verdaderamente incuestionables. 
La espada de Damocles que tenían los sindicatos era la amenaza de la patronal de retirarse de la mesa de negociaciones. O en el peor de los casos, el cierre de las fuentes de trabajo.Y el gobierno temeroso del fantasma de la inflación, siempre amenazando en el horizonte, presionaba a su vez a los patrones y sindicatos. Nada de aumentos salariales descontrolados, era la advertencia que bajaba desde el palacio de gobierno.

- Reconozco la injusticia que viene de muy lejos -dijo Víctor. Pero estas cosas no se cambian de un día para el otro. Como miembro del partido de gobierno tengo que atender las razones políticas que frenan esos reclamos. La dirección del sindicato quiere que suavices el mensaje. De lo contrario la organización puede dividirse.

 - Sé que te debates entre una posición de apoyo a mis argumentos y a las razones que tiene el sindicato y el partido para seguir frenando nuestro reclamo - le dijo Cecilia. - Y tal vez seas sincero. Pero no te olvides que las mujeres somos las tres cuartas partes del personal de la empresa. Tenemos la fuerza potencial para causar un buen sacudón, pero todos especulan que somos débiles a la hora de de unirnos y enfrentarnos con la patronal, que todavía no somos un puño cerrado como los hombres cuando se organizan y luchan. Sin embargo te digo que voy a hacer todo lo posible para revertir esa situación. ¡Y al carajo con bajar el tono! - dijo con un grito contenido Cecilia con un mesiánico  brillo en los ojos.

 - Estoy convencido de que lo harás, pero será como luchar contra los molinos de viento. Los sindicatos, y el nuestro en particular, son menos fuertes de lo que parecen, - afirmó Víctor desesperanzado. - Y solo con una revuelta femenina no alcanza. 

 - Pues ya veremos-. Adiós. Te veo mañana en el trabajo - se despidió Cecilia furiosa mientras se ponía su abrigo negro de grueso paño y sacaba de uno de los bolsillos un gorro de piel que le cubría la cabeza y buena parte de la cara.

Afuera persistía el mal tiempo y ya se había hecho de noche cerrada en el mes de diciembre. Sin embargo la comuna había iluminado las calles principales con luces de muchos colores en espera de la Navidad. La gente encorvada por el frío pasaba apresurada cargando paquetes envueltos en papeles brillantes con cintas rojas, amarillas y verdes. Ella todavía no había tenido tiempo para las compras navideñas, pensó sintiéndose  culpable.

Con pasos lentos Cecilia enderezó hacia la parada del bus, pero no podía dejar de pensar en aquél tiempo cuando llegó como refugiada al país escandinavo donde tanto se hablaba de la justicia social, la libertad y la igualdad entre los ciudadanos sin importar el color, el género o sus convicciones políticas o religiosas. Veinte años después, luego de pasar por las distintas instancias por la que atravesaban la mayoría de los refugiados, es decir aprendizaje del idioma, estudios más avanzados para capacitarse en un oficio o profesión, en su caso ingeniera  electrónica, Cecilia comenzó a trabajar en una empresa perteneciente a un consorcio internacional sueco. Allí fue dándose cuenta de las diferencias que existían entre mujeres y hombres. Estos ocupaban generalmente los puestos más altos en la jerarquía de la empresa, y apenas alguna mujer lograba ocupar un puesto de mando.

 - Es un orden estructural que es muy difícil de romper, alentado además por la patronal - le había dicho Irene, la representante de las trabajadoras de la sección donde Cecilia se incorporó  por primera vez.

 - Estadísticamente según la patronal las mujeres hacemos uso de más días libres que los hombres por enfermedad, por el cuidado de nuestros hijos cuando enferman, el estrés, los embarazos y las licencias por maternidad. Todo eso nos mantiene mucho tiempo alejadas del trabajo. Esto lo aprovecha la patronal en nuestra contra para no subir los sueldos.  

- ¿Pero no hay buenos argumentos en contra de esa forma de ver las cosas?  ¿Es que acaso el cuidado de nuestros hijos no es también una inversión de la sociedad para el futuro? Más días de ausencia por enfermedad, ¿acaso cuando trabajamos no producimos tanto o más que los hombres? ¿A que no hay estadísticas sobre esto? ¿No sería posible mejorar la situación de la mujer a través de mayores impuestos a los sectores que apenas los pagan?

- Subir los impuestos es pecado, hablando en términos bíblicos. Actualmente es así, perderían votos ¿y a qué político le gusta perder el poder por una decisión de este tipo? ¿A favor de nosotras las mujeres? Pues todavía no se produjo ese milagro - le comentó Irene, a la que solo le faltaban seis meses para jubilarse.

Los años fueron transcurriendo y en cada negociación salarial Cecilia veía que se repetían las mismas pautas en la negociación. Las mujeres nunca llegaban a alcanzar el nivel salarial de los hombres a pesar que eran la base misma de toda la labor en la producción. Por eso decidió comprometerse y trabajar sindicalmente para tratar de influir en las decisiones del sindicato. Hacía ya doce años de su compromiso. Pero resumiendo todo lo que había vivido a lo largo de esos años, las cosas poco habían cambiado a pesar de su perseverancia.

Cecilia llegó al fin a la parada del bus, y allí esperó hasta que el bus 4 que la llevaba a su casa arribó, y junto a otros pasajeros se apresuró a entrar en el vehículo cuya atmósfera atemperada  los recibió con una caricia. Se bajó en la parada de su barrio, un complejo habitacional de los años 60, y caminó los cien metros que la separaban de su hogar. Allí encontró a Leandro, su marido, mirando la TV y a sus dos hijos, Alejandra y Mariano, jugando y correteando por los pasillos del apartamento.

- Hola cariño - la saludó Leandro - Los chicos no han comido nada desde que llegaron de la escuela. Y ahora dicen que tienen hambre. Compré unas salchichas y hamburguesas que están en la heladera. Cuando quieras podés hacer de comer y cenamos, amor… Yo también tengo hambre.


domingo, 4 de marzo de 2018

Chismes y Rumores: Donald T abriendo la Caja de Pandora

Nos acercamos peligrosamente a una guerra comercial con consecuencias imprevistas dado que son muchos los países implicados que serían perjudicados cuando en los próximos días Donald Trump, presidente de EEUU, probablemente haga realidad la decisión de subir los aranceles a la importación de acero y aluminio.  Una conversación secreta entre Donald Trump y el presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker fue entregada a Chismes y Rumores, siempre atenta a lo que ocurre entre bambalinas en el escenario mundial.

DT: Buenos días querido amigo Jean-Claude. Espero que no estés muy nervioso con mi anuncio sobre los aranceles. Tengo que cumplir con las promesas electorales ahora que se acercan las elecciones al Congreso. Mis congresistas republicanos tienen que sentirse respaldados por su presidente.

J-CJ: Pero Donald, estás loco? Como se te ocurre hacer esta jugada proteccionista cuando venimos abrazando desde hace décadas la causa del Libre Comercio? No te das cuenta que esto puede desembocar en una verdadera guerra comercial? Nosotros ya decidimos que las motos Harley Davidson, los vaqueros Lee y el whisky de Kentucky van a pagar aranceles más altos como castigo. Serán las primeras víctimas si haces realidad tu amenaza.

DT: Pues nosotros doblamos la apuesta. Los coches producidos en UE tendrán su merecido. Ya estoy cansado de ver autos de marcas europeas y asiáticas en nuestras calles, en las series de la TV y en las películas. Sólo la policía y el FBI conducen coches de marcas producidos por manos y brazos norteamericanos. Qué señal le estamos dando a nuestros hijos? Suerte que todavía nuestras armas las fabricamos con el mejor acero del mundo, el que producen nuestras fábricas. Son bellas y muy efectivas…

J-CJ: Por favor querido, has perdido la memoria? Como se iniciaron las guerras europeas en el siglo pasado? Fueron a causa del carbón y el acero. Estás además apuntando al comercio con China. Crees que se van a quedar cruzados de brazos. Ya preparan el terreno eligiendo de por vida a Xi Jingping. Es que estás ciego, hombre?

DT: Nada de eso, a lo mejor nosotros también lo probemos algún día. Me alegro de tener a semejante rival frente a mí. Yo también estoy preparándome para un segundo mandato, lo admití el otro día. Con Vladi Putin en Rusia por seis años más, Erdogan en Turquía, Netanyahu en Israel y los reyezuelos de Polonia, Hungría, el renacido Berlusconi en Italia, por nombrar solo unos pocos, seremos los hombres fuertes los que controlaremos el mundo. En el Reino Unido Teresa May tiene el tiempo contado. Después del Brexit ya tenemos al candidato. Je-Je-je. Sí, es un escenario de machos re-machos que me hace erizar la piel de emoción. Es lo que la mayoría quiere en estas épocas de caos, hombres fuertes y decididos.

J-CJ: Te olvidas que eso mismo decían Hitler, Mussolini y Stalin? Que costó millones de vidas? Nunca en la historia de la humanidad hubieron tantas víctimas como en el siglo pasado. Y ahora hay armas nucleares en juego por todos lados. Putin sacó a relucir su nuevo arsenal nuclear. Te pido por favor que no sigas adelante con estas amenazas. Negociemos, veamos que fórmulas podemos encontrar. Salvemos al mundo de otra catástrofe. O es que vas a hacer los mismo con Putin que con Kim Jong-Un, comparar quien tiene el botón rojo más grande?

DT: Oye chico, EEUU va a seguir siendo primero cueste lo que cueste. Ya hicimos el trabajo, mal hecho la verdad sea dicha, en Medio Oriente, derribando a esos gobiernos de dictadores malvados, filosocialistas, mitad laicos, mitad religiosos, que le daban derechos a las mujeres, y sobre todo con barreras a nuestros intereses petroleros y de dominio del mundo. Ahora nos falta Siria, pero ya caerá. Y luego iremos por Irán. No, no nos damos respiro. Y ustedes a pesar de las protestas nos siguen los pasos, porque como dijo mi querido George W Bush: o están conmigo o contra mío

J-CJ: No puedes ser tan simplista. El mundo es cada vez más complejo. Realmente, no piensas en la consecuencias? Nos arruinaría a todos. A tí también. Toda tu fortuna puede esfumarse de un plumazo o bombazo.

DT: De todas las crisis emergen nuevas ideas y posibilidades. La guerra comercial es un desfío que América ganará fácilmente. Somos la más grande de las civilizaciones conocidas, la más poderosa potencia que no se arruga ante nada, sobre todo ahora que tiene un presidente de verdad.

J-CJ: Donald, nos mandas a todos al borde de la roca Tarpeya. Solo pensar que estarías en la Sala Oval un período más me hace pensar que el pueblo norteamericano está cada vez más manipulado por las fábricas Troll de dentro y fuera de fronteras. Y tú que hablabas de las fake news! Y lo peor es que están exportando esa máquina de desinformación y manipulación por todo el planeta. En qué estamos convirtiendo a la democracia?

DT: Democracia? Eso no es otra cosa lo que los académicos llaman entelequia. Una ficción que nos han metido en la cabeza. Un ideal que no comulga con la realidad. La decisión de que Xi Jianping siga en el poder de por vida es atractiva.  Nuestra democracia, por ejemplo,  depende de los dólares que se inviertan en las campañas electorales. Y después son los lobbystas los que tienen la última palabra. Nos dan los textos de las leyes ya masticados y deglutidos. No viste las fotos donde estoy rodeado con los príncipes del acero norteamericano? Y por supuesto con el apoyo incondicional de la Asociación Nacional del Rifle. Son ellos lo que financiaron en parte y financiarán mi próxima campaña. La victoria está sellada. Sí querido amigo, nuestra guerra comercial será más o menos fraternal al comienzo. Después veremos…Y quien sabe, a lo mejor en el futuro tendremos un Donald T. gobernando de por vida. Vaya! Que bella idea!

Y recuerden… son solo chismes y rumores. Hush-Hush.


jueves, 1 de marzo de 2018

Cuentos en la Nube: AMORES IMPOSIBLES



El Sr Raymundo admiró la luminosa mañana de verano. Caminó pensativo    por el sendero del
 bosque. Escuchó los pájaros que llenaban de música sus oídos. Pensó en el libro que llevaba en el bolsillo de su chaqueta y que acababa de leer, y suspiró. Aquella historia del hombre mayor que se enamoraba de una mujer más joven que él, y ella le respondía, le había emocionado profundamente. Sobre todo porque la mujer moría en forma inesperada y arrasaba con todos los sueños del protagonista. ¿Podía ser el destino tan cruel? se preguntaba una y otra vez, y no podía dejar de pensar en la similitud de su propio destino con el hombre de la novela. 

Él también había enviudado hacía muchos años y no había conocido a mujer alguna que realmente lo enamorara. Hasta que hizo su aparición aquél ángel que le había arrebatado la razón. Tenía miedo de hacer el ridículo, que la joven muchacha se burlara de él, que se riera en su cara si se atrevía a contarle el amor y la pasión que sentía por ella. Para suerte del Sr Raymundo la chica había publicado en Facebook un pasaje de la novela que él acababa de leer donde las expectativas de los protagonistas se habían hecho realidad. 
El personaje   femenino de la novela aceptaba una invitación del protagonista, en realidad la estaba esperando, con el aplomo de una dama que sabe lo que  quiere. Al Sr Raymundo se le puso la piel de gallina al recordar ese pasaje.Se imaginaba en la misma situación llevando de la mano a la joven a cenar en un restaurante del centro, a degustar comida francesa o peruana ¿o acaso le gustaría más la italiana? Justo en ese momento, absorto en su febril pensamiento, estuvo muy cerca de caerse al tropezar con una piedra oculta entre las hojas. 
Avergonzado miró a su alrededor pero nadie vio su lucha por conservar el equilibrio moviendo los brazos como molinetes. Se recostó a un árbol y respiró hondo. Ese tropezón ¿sería una advertencia para que abandonara toda idea de que era posible hacer realidad su sueño? Lamentó   que su fantasía hubiese desaparecido por aquél tropezón. ¿Estaba realmente enamorado? se preguntó una vez más  mientras recorría de regreso el sinuoso camino del bosque. ¿Habría una posibilidad milimétrica de que su anhelo se viera correspondido? Desechaba la idea una y otra vez. La realidad de que ella podría ser su hija le remordía la conciencia. Pero había un rescoldo de esperanza que todavía ardía entre las cenizas de su más que admitido y seguro fracaso. Pero no todo tenía porqué estar perdido definitivamente. ¿Porqué habÍa ella publicado en FB ese texto? ¿Era un una señal oculta para animarlo? Tenía que llenarse de coraje y encontrar a la chica, y sin mucho  preámbulo expresarle sus sentimientos , sus intenciones y también su miedo  de   ser rechazado. Sí, seguramente ella al principio sentiría un poco de compasión por él, lo escucharía primero sorprendida y luego con curiosidad, para finalmente admitir que ella también  había pensado en él, como en la novela. En realidad el motivo de porqué había publicado aquel pasaje de la novela en Facebook tenía que ser ese, razonaba el Sr Raymundo. Si ocurriera eso él sería el hombre más feliz del mundo, caviló mientras acariciaba el libro entre sus manos. 
¿Y cuando lo llevaría a cabo? ¿Cuando tendría la valentía suficiente para atreverse y pararse frente a la puerta de la casa de la chica, y allí con un ramo de flores en la mano, concretar la acción más audaz de su vida? ¿Se atrevería a desafiar todos los prejuicios de los que está rodeada la sociedad,  el rechazo de la mayoría de la gente, incluso el desprecio de sus propios hijos   e incluso sus propios prejuicios ?                                 
Pensó en el protagonista de la novela, en su coraje por no renunciar a aquel amor ante nadie. Y una vez más reunió coraje ¿para que esperar más? Ahora o nunca, se dijo. Y una vez que el bosque quedó atrás encaminó sus pasos hacia el edificio donde vivía la chica cuyo nombre lo había conocido a través de unos vecinos. Había preguntado en realidad por sus padres y luego por el nombre de los hijos, sus edades y otros detalles superfluos para 
despistar. Liliana se llamaba la joven que tenía veinte años, le dijeron los amigos. ¿La llamarían Lilí o Ana? O Liliana nomás, especuló curioso. Llegó hasta la puerta del edificio y allí se dio cuenta que no había comprado las  flores pero ya era demasiado tarde. La florería quedaba muy lejos e ir hasta allí le haría perder tiempo y coraje, pensó. Abrió la puerta principal, llegó 
hasta el ascensor y entonces las manos se le llenaron de sudor y sintió que le temblaban las piernas. Apretó el botón del séptimo piso, cerró los ojos y nos los abrió hasta llegar allí. Esperó unas milésimas de segundos a que se abrieran las puertas y allí estaba Liliana abrazada a un joven apuesto. No había dudas de que estaban enamorados. Las miradas lo decían todo.  

- Adónde va señor? - preguntó el chico curioso al ver que el Sr Raymundo no se movía del rincón  del ascensor donde estaba parado.
- Creo que me he equivocado de piso. Iba a la casa de los García - atinó a  balbucear y se hizo a un lado para que entraran los dos jóvenes al ascensor.
- Sí, ellos viven en el quinto piso - dijo Liliana con tono comprensivo.
- Claro, no sé que estaba pensando- respondió el Sr Raymundo con un hilo de  voz. El joven apretó el botón del quinto piso y el Sr Raymundo miró subrepticiamente a Liliana, pero desvió la vista avergonzado tan pronto  como la joven lo miró a él con una sonrisa. Aquellos segundos del viaje al quinto piso se le hizo eterno al Sr Raymundo. Por fin las puertas se abrieron y salió del ascensor moviendo la cabeza en señal de agradecimiento, pero sin poder decir una palabra.

- Adiós señor Raymundo , que tenga un buen día - dijo Liliana con simpatía.      .               
Cuando él se volvió para responder la puerta del ascensor se cerró y quedó allí   paralizado. 
  
- Que hombre más extraño - comentó Henry, el chico que acompañaba a   Liliana.
- Si, es un hombre mayor, viudo, y dicen los García que a veces delira sobre un amor imposible.
- Vaya, debería visitar el hogar de ancianos de la otra esquina. Seguro que allí lo encuentra - se burló el chico.
Los dos salieron riendo del ascensor abrazados y enamorados, mientras el Sr Raymundo se preguntaba en el quinto piso, sorprendido y con la mirada alucinada, cómo era posible que la chica conociera su nombre. ¿Era esa la señal que él tanto había esperado,  y que Liliana por fin había encontrado el modo de comunicárselo? Apretó el botón del ascensor para 
bajar y entonces, con " La Tregua " , la novela de Mario Benedetti apretada entre sus manos, se  juró a sí  mismo que no todo estaba perdido. Las señales de Liliana eran inequívocas.