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sábado, 28 de diciembre de 2019

UN PAPA Y UN PRESIDENTE EN LA PANTALLA DE NETFLIX

Francisco (Jorge Bergoglio), el actual Papa en el Vaticano y Pepe (José Mujica), el ex-presidente de Uruguay, son protagonistas en estos días de dos apuestas cinematográficas, una en forma de película dramática, Los Dos Papas del brasileño Fernando Meirelles,  y la segunda un documental, El Pepe - Una Vida Suprema del serbio Emir Kusturica, las cuales son parte de la oferta de Netflix, la plataforma que cobra trascendencia por la calidad de algunas de sus producciones.

El documental sobre José Mujica en su rol de presidente de Uruguay, conocido popularmente como el Pepe, abarca el período pre- y post electoral (2009-2014) en que entre mate y mate en su chacra, sus labores rurales, en campaña y luego  desempeñando la presidencia del país, deja resbalar sus opiniones sobre distintos aspectos de su vida, la política y su visión existencial más allá de los espacios ideológicos que para él no han sido chalecos de fuerza que le sujetaran las ideas ni la lengua. El documental muestra la sensibilidad conque Kusturica se mueve entre lo personal y lo público del Pepe, que en realidad rompe a menudo con esos límites al moverse entre la gente humilde de los barrios dialogando con los vecinos y en los ámbitos de poder más encumbrados, léase la Casa Blanca, el Vaticano o la ONU.

La obra de Kusturica es un retrato muchas veces íntimo, conmovedor por momentos, cuando en esas tareas, ejerciendo el poder o en su trabajo como productor rural, muestra su única faceta sin dobleces, de persona sencilla, sin posturas ni poses (tan distinto al que gobernará el país a partir de marzo del próximo año, Luis Lacalle Pou), cálida y profunda, que lo ha llevado a ser el político más votado tanto en las elecciones de 2014 (lista 609) y las últimas de 2019, aunque no fue candidato a la presidencia, sino que fue elegido senador. Muchos opinan que si hubiera sido candidato del Frente Amplio a la presidencia hubiera ganado la coalición de centro-izquierda un cuarto período de gobierno. Nunca lo sabremos. Pero así como el Pepe es muy popular en Uruguay, también tiene en el país sus detractores en la derecha y en ciertos grupos de izquierda. 
Frente la cámara desfilan además personajes con los que el Pepe comparte vida, con su compañera la senadora Lucía Topolansky, los ex-dirigentes del MLN - Tupamaros, Mauricio Rosencof y Eleuterio Fernández Huidobro (fallecido), con quienes compartió sus años de prisionero político como rehén de la dictadura militar, que dio origen a la película La Noche de 12 Años de Álvaro Brechner, otra producción de Netflix. En resumen, un documental bien trabajado por un Kusturica que sabe exponer las mejores aristas de la personalidad del Pepe, con sus ocurrencias, profundas reflexiones y humor rioplatense.

En el mismo período, década del ´70, en que el Pepe era rehén de los militares, en la otra orilla del Río de la Plata, un sacerdote, Jorge Bergoglio, responsable de la orden de los Jesuitas en Argentina, trataba de llegar a un compromiso con los dictadores del momento, Jorge Videla y Emilio Massera, para salvar las vidas de los curas de esa orden que trabajaban en las villas miseria, haciendo misión y obra social, algo que los dictadores no observaban con buenos ojos ya que toda labor social era subversiva. Su intento de impedir que aquéllos sacerdotes continuaran arriesgando sus vidas y su libertad fue inútil, cuando dos de ellos terminaron siendo torturados y prisioneros políticos entre otros que fueron asesinados. Ese intento de conciliar con los militares será un elemento importante en su rechazo a ser Papa cuando Benedicto XVI, Joseph Ratzinger, le propuso en un íntimo encuentro en Roma, en parte en la capilla Sixtina, animarlo a sucederle cuando Bergoglio en realidad llevaba su renuncia ya escrita en el bolsillo para ser firmada, porque estaba en desacuerdo con la dirección cada vez más conservadora del Vaticano.

A partir de ese primer encuentro y donde según la línea del relato de la película, basada en los testimonios y textos, libros y declaraciones de prensa, se hilvana la historia de estos dos personajes, que comienza con la primera votación de los cardenales que eligieron como Papa a Ratzinger en 2005, convirtiéndose así en Benedicto XVI, ya con un Jorge Bergoglio como posible serio rival, hasta que cansado y enfermo, el pontífice comienza ”a perder la Fe y ya no escucha la voz del Señor”, como confiesa apesadumbrado ante el hombre al que se sentía tan opuesto en sus posiciones con respecto de la doctrina de la iglesia católica.

Esos diálogos que son ásperos en un comienzo, se van convirtiendo cada vez más en charlas donde la música, el fútbol y cuestiones cotidianas rompen el acartonamiento de las jerarquías, y muestran ese otro lado humano que va apareciendo sobre todo en Ratzinger, escondido hasta entonces en su doctrina aparentemente conservadora e inconmovible de rechazo a reformas que comprendieran de una manera menos blindada temas como el aborto, los homosexuales, la eutanasia o métodos anticonceptivos donde tenía grandes diferencias con el cardenal Bergoglio. A pesar de marcar las diferencias entre ambos permanentemente en Ratzinger va penetrando la idea de que el Vaticano necesita un nuevo Papa si la iglesia católica no quiere seguir debilitándose, sacudida además por los primeros casos de pedofilia y escándalos financieros del banco del Vaticano.


Meirelles maneja los tiempos en la vida del cardenal argentino con secuencias en blanco y negro durante su período de sacerdote en Buenos Aires, la época antes mencionada durante la dictadura y posteriormente en Córdoba donde fue ”exiliado” por la propia iglesia. De esta forma se relata la evolución de su vida religiosa que se inicia al renunciar al matrimonio y eligir el sacerdocio, acompañando sus posiciones religiosas y jerarquías, hasta alcanzar la función de cardenal. Tanto para los católicos como para los ateos y agnósticos, la película es un documento interesante para introducirse en las formas y contenidos de la vida y función de la jerarquía de la iglesia, las dudas y convicciones de su fe, la culpa y el perdón,  sus doctrinas y posiciones con respecto a los temas que hoy preocupan a la humanidad. Sin dudas un importante legado interpretado por dos magníficos actores, Jonathan Pryce y Anthony Hopkins, que con su personalidad e histrionismo realizan dos roles inolvidables en esta película que consagra una vez más al director brasileño Fernando Meirelles. 

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