Como si no hubiera sido suficiente el presidente de EEUU Donald Trump continuó con sus ataques al ”escuadrón”femenino, como denominan a las cuatro congresistas demócratas, Ayanna Pressley, ILhan Omar, Alexandria Ocasio-Cortez y Rashida Tlaib. Esta vez su exabrupto, como es costumbre del presidente Trump, vino envuelto con la forma de un trino-graznido (twitter), plataforma utilizada frecuentemente para atacar a sus enemigos políticos y encender los ánimos de sus adherentes - y la ira de sus rivales.
La peculiaridad que tiene este presidente norteamericano a diferencia de otros, no es la sutileza ni el respeto a sus contrincantes políticos, sino un lenguaje agresivo con la intención de ofender. Como consecuencia de sus ataques a las cuatro representantes demócratas, ya lo definen muchos dentro y fuera de EEUU como una persona racista sin temor a ocultarse, algo que desmienten los más fieles congresistas republicanos . En el caso de estas cuatro congresistas con raíces étnicas de distintas minorías, su primer ataque fue conminarlas a que regresen a sus países de origen (tres son nacidas en EEUU y solo una inmigró siendo niña) si no estaban satisfechas con lo que ocurría en EEUU, y ayer domingo -apelando al sentido ”patriótico” de los chauvinistas que lo apoyan- renovó sus ataques acusándolas "de no amar incondicionalmente a su país".
La controversia comenzó con la acusación de Ayanna Pressley, ILhan Omar, Alexandria Ocasio-Cortez y Rashida Tlaib de que el gobierno de Donald Trump estaba violando las normas de los DDHH al tener separados de sus padres y enjaulados a los niños de familias inmigrantes, así como otras medidas que ha tomado desde el inicio de su gestión sobre políticas inmigratorias.
Los críticos del presidente norteamericano apuntan a que Trump busca conflictos dentro y fuera del país que distraigan a los norteamericanos de los principales temas que aquejan a la nación, iniciando un conflicto directo con Irán a través de desafíos bélicos y desplegando un fuerte contingente de la marina en el Golfo Pérsico, o los ataques a las cuatro congresistas antes mencionadas.
Esta semana además está en la agenda de la actividad política más relevante del Congreso, la comparecencia del entonces Fiscal Especial, Robert Mueller, ante dos Comités de la Cámara de Representantes para testificar sobre el alcance de su informe acerca de la injerencia rusa en las elecciones pasadas, los vínculos entre Trump y Moscú y la sospecha de que trató de obstruir las investigaciones de la justicia.
El presidente, así como algunos de los republicanos más fieles a su gestión, levantan los hombros afirmando que no es más que otra movida de la oposición para crear titulares, pero que no hay substancia detrás de las acusaciones. Sin embargo, el interés de los demócratas es sustancialmente la posibilidad de que las declaraciones de Mueller puedan darles la oportunidad de confirmar que en el informe del pasado Fiscal Especial hay suficientes elementos para un ”impeachment”, una acusación por delitos graves, que podría realizarse una vez finalizado el período presidencial de Trump. Una espada de Damocles que no será fácil de esquivar, pero el presidente norteamericano podrá detener la estocada si logra ser reelegido en 2020, y continuar lanzando trinos y amenazas desde el Salón Oval de la Casa Blanca. Claro que con el ritmo que lleva la frenética renuncia o despido de los funcionarios de su gobierno, 49 hasta ahora (1) en lo que va de su gestión, hay que preguntarse si logrará conseguir formar un equipo en un segundo gobierno, cuando aún le quedan casi 2 años de gobierno para seguir "quemando cartuchos".
(1) https://www.theguardian.com/us-news/ng-interactive/2018/jul/05/donald-trump-firings-resignations-white-house-full-list-latest
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