Italia. A nadie se le habría ocurrido pensar hace unas semanas a pesar de las nubes negras en el horizonte, que un gobierno, en este caso el de Italia, comandado por el partido del ministro Matteo Salvini (foto), la Liga (L) y sus aliados, el Movimiento 5 Estrellas (M5E) caería estrepitosamente. Y más pronto que rápido, otro gobierno sería formado por dos rivales que hasta ese momento parecían irreconciliables: el M5E y el Partido Democrático (PD- socialdemócrata), y manteniendo a Giuseppe Conte como Primer Ministro (PM).
Tal vez emulando los viejos tiempos del Senado de la antigua República romana los políticos italianos más pragmáticos que fanáticos convergieron para anular los intentos de Salvini de llamar a nuevas elecciones al dar por rota la alianza con M5E, creyendo que ganaría unas elecciones cómodamente según los sondeos de opinión. Pretendía de esta manera imponer leyes más radicales en temas como la economía y la migración, sin atender a la oposición a esas reformas de los demás partidos y del PM Giuseppe Conte, que renunció a su cargo momentáneamente, y del presidente Sergio Matarella.
A partir de ahora el M5E y el PD negocian una serie de asuntos en los que antes estaban en desacuerdo, pero que el ya mencionado pragmatismo y oportunismo político pone sobre la mesa reconsiderar la política migratoria, que era radicalmente criticada por una mayoría dentro de la UE y el Vaticano; la política impositiva con un claro perfil más a favor de los trabajadores y con un carácter más social, que en favor del empresariado como quería la Liga. En cuanto a la UE se anuncia que ”se prefiere una Europa más social, inclusiva y más cercana a los ciudadanos”.
Giuseppe Conte continuará como PM según el acuerdo, y la nueva constelación política se ha dado tres meses para negociar los acuerdos concretos en el intento de reubicar a Italia dentro del colectivo europeo con políticas más acordes a la mayoría de los estados que la componen. Salvini y su Liga seguramente se relame las heridas y tratará de volver con más impulso para las elecciones de mayo de 2023, si este nuevo gobierno resiste las tensiones y divergencias que podrían afectarlo, algo que por ahora nadie cree que sea posible después de superada la crisis y dado el respaldo internacional con el que cuenta.
Gran Bretaña. Mientras tanto en Gran Bretaña el imprevisible y arrogante Primer Ministro Boris Johnson era derrotado por el Parlamento cuando pretendía imponer un Brexit duro, es decir sin acuerdo con la UE, a pesar de que ya hay uno firmado por la ex-PM Therese May, aunque no aprobado por el Parlamento. Johnson lo había logrado en primera instancia con la complicidad de la Reina Isabel II que autorizó la petición de reducir los días para el debate como quería Johnson.
Para ese fin ideó una táctica que rayaba con un golpe de estado soft, como lo describieron algunos analistas, postergando la apertura del Parlamento, desde la próxima semana hasta el 14 de octubre. De esta forma dejaba sólo dos semanas para los debates, (31 de octubre es el plazo dado por la UE para decidir si Brexit duro o blando) tiempo que todos creían era insuficiente para debatir el tema y de esa forma Johnson obtendría lo que pretendía: un Brexit duro.
Johnson no estaba convencido del todo de que dentro de los conservadores (tories) había un grupo que no sólo se oponía a sus ideas sino que además estaba dispuesto a desafiarlo votando con la oposición laborista y liberal, más otros partidos, que se oponían al caos y desestabilización que el PM Johnson quería llevar a puerto. Y finalmente a pesar de su discurso acusatorio e iracundo contra la oposición, con amenazas de nuevas elecciones en caso de perder, la derrota sucedió sin apelaciones, ya que por un margen de 27 votos (328 contra 301) sus sueños de emular a una Margareth Tatcher invencible, se hicieron añicos en la noche de ayer.
Los debates continuarán hoy mismo con la puesta a consideración de una ley contra el Brexit duro y un de pedido de un nuevo aplazamiento de la fecha (31/10) para dar una respuesta a la UE.