La actual campaña presidencial de EEUU acumula una larga lista de sucesos que dejan en entredicho lo que realmente tiene de valor ese sistema que los norteamericanos llaman democracia , y la pretensión que la misma sea un ejemplo para otros países. La disputa entre los dos candidatos por el gobierno del país, Hillary Clinton y Donald Trump, ha abierto la caja de Pandora entre los dos partidos dominantes, de donde surgen sapos y culebras que desorientan a muchos electores de lo esencial, es decir de sus programas, reformas y nuevas pautas para ofrecerle bienestar a sus ciudadanos . Los medios se han dedicado además a infectar la campaña con sus titulares y contenidos sensacionalistas que en los últimos días llegan a su clímax, con los correos electrónicos de Clinton y las bravuconas de Trump sobre como las mujeres se derretirían con solo su presencia de hombre poderoso. Claro, llegar a todas partes en el avión privado con el nombre pegado a la cabina con letras gigantescas es una demostración de poder, pero son tan tontas algunas mujeres en realidad? Cada uno/una tiene una opinión sobre el asunto, pero creo que Trump se sobrestima. Aunque un personaje como él tiene la obligación de presentarse como un macho Alfa ante sus compinches en el vestuario del gimnasio. Con eso gana respeto y temor.
En los comentarios de los especialistas en temas norteamericanos, periodistas, sociólogos, políticos retirados, especialistas de la Casa Blanca, etc, existe un consenso en un tema: la presente campaña ha sido muy diferente a las anteriores donde parece que reinaban la paz de los cementerios. Los candidatos son ciertamente personajes que hasta ahora no eran los típicos, es decir hombres mayores, generalmente con alguna silla en el Congreso o en el gobierno de algún estado. O el hijo de un ex-presidente. Ahora se trata por primera vez de una mujer y de un empresario multimillonario. Clinton tiene de todas formas, una larga carrera política desde sus inicios en Arkansas y luego como secretaria de estado y senadora. Trump se ha dedicado entre otros muchos negocios a construir o adquirir rascacielos, casinos, canchas de golf, hoteles de lujo, y otros negocios que lo han hecho multimillonario no sólo por esas obras, sino por haber engañado en varias ocasiones al erario público. Algunas de esas culebras han salido a la luz pública durante la campaña.
Trump ha apelado en su campaña a los prejuicios más racistas y xenófobos de sectores blancos marginales o de bajos ingresos, empleados del cordón industrial fabricantes de coches que o bien están en el paro o cobran bajos salarios, grupos de fanáticos religiosos, resentidos porque creen que sus problemas son causados por los inmigrantes latinos, por lo que aplauden la brutal idea de construir un muro á la Israel entre México y USA, expulsar a los ilegales, y prohibir a los musulmanes ingresar al país, etc. Esos grupos de blancos están atemorizados porque la supremacía del hombre blanco se está diluyendo. Solo el 35% de la población masculina norteamericana pertenece a este grupo. Y después está la cultura culinaria (aunque parezca mentira) de la hamburguesa que los tacos y el kebab vienen comiéndole terreno. Trump conoce ese malestar y emplea la demagogia personalizada con la que encandila a los ingenuos que creen que un personaje de esta calaña les puede cambiar las vidas prohibiendo a diestra y siniestra, rompiendo los acuerdos internacionales de comercio, y que además además adorna con su aura de triunfador y su oposición a un tipo de gobierno que se implique en reformas progresistas, por ejemplo el seguro de salud aprobado por Obama.
Clinton a su vez es odiada por muchos aunque ese odio mencionado en la prensa nunca tiene una razón concreta. Será solo por ser mujer y atreverse a pisar territorio masculino? Porque no se divorció de Clinton cuando se supo de su escándalo con Monica Lewinski? No, la campaña del odio proviene de los tiempos en que Bill Clinton asumió como presidente. Entonces recorrió varios países para estudiar los servicios de salud y los seguros que financiaba el estado para todos los ciudadanos. Volvió a EEUU y puso en las manos del gobierno un proyecto de ley. Bill Clinton tuvo que retirarla porque las campañas contra la ley fueron tan virulentas como todavía lo son ahora. A Hillary Clinton le pesan además los famosos emails enviados desde su computadora y por las que fue criticada pero no juzgada, pero basta para que en la campaña sea catalogada por Trump como una figura poco confiable. Y siendo secretaria de estado la intervención de EEUU en Libia y en otros países del Cercano Oriente cono el resultado que hoy vemos. Decenas de miles de muertos, millones de refugiados y países destruidos. Irónicamente esto probablemente no le pase factura a Hillary Clinton al interior de EEUU. Otro motivo del odio parece estar en sus devaneos con Wall Street y el sector empresarial que está conforme con las reformas de Obama.
Sin duda esta es una campaña que devalúa aún más la llamada democracia norteamericana, donde el péndulo de la historia toca siempre a alguno de los dos candidatos de los partidos Demócrata o Republicano, apoyados por los millones de dólares que apuestan aquéllos que desean verse recompensados a posteriori. Los otros, los que esperan más justicia y derechos sociales, menos controles y espionajes en la red, seguirán esperando, porque las élites de cualquiera de los dos bandos, siempre encuentran una excusa para meterles miedo y venderles la idea de que luchan por la seguridad y libertad de sus ciudadanos, por sus puestos de trabajo, por la Grandeza de EEUU, por su lugar como numero Uno en el mundo. Sin embargo, como dice Edward Snowden, “no nos espían por nuestra propia seguridad y libertad, sino para mantenerse en el poder”. O como el director de cine Oliver Stone afirma: "En EEUU el espionaje interior es mucho mayor de lo que fue en la antigua DDR". Claro que no se puede comparar cuando son dos épocas distintas y muy desiguales tecnologías, pero el resultado es similar: control y represión a los que se salen del molde. Donde está la libertad? Habrá que derribar la estatua de la dama con la antorcha que da la bienvenida a la entrada del puerto de Nueva York?
Sin duda esta es una campaña que devalúa aún más la llamada democracia norteamericana, donde el péndulo de la historia toca siempre a alguno de los dos candidatos de los partidos Demócrata o Republicano, apoyados por los millones de dólares que apuestan aquéllos que desean verse recompensados a posteriori. Los otros, los que esperan más justicia y derechos sociales, menos controles y espionajes en la red, seguirán esperando, porque las élites de cualquiera de los dos bandos, siempre encuentran una excusa para meterles miedo y venderles la idea de que luchan por la seguridad y libertad de sus ciudadanos, por sus puestos de trabajo, por la Grandeza de EEUU, por su lugar como numero Uno en el mundo. Sin embargo, como dice Edward Snowden, “no nos espían por nuestra propia seguridad y libertad, sino para mantenerse en el poder”. O como el director de cine Oliver Stone afirma: "En EEUU el espionaje interior es mucho mayor de lo que fue en la antigua DDR". Claro que no se puede comparar cuando son dos épocas distintas y muy desiguales tecnologías, pero el resultado es similar: control y represión a los que se salen del molde. Donde está la libertad? Habrá que derribar la estatua de la dama con la antorcha que da la bienvenida a la entrada del puerto de Nueva York?