Si, en eso se ha convertido el Mar Mediterráneo, cuna de la civilización occidental que cada pocos días recibe en sus aguas cientos y quizás miles de náufragos provenientes de diversos países de África y Medio Oriente. Un triste destino que les espera a tantas mujeres, hombres y niños que abandonan Siria, Irak o Afganistán, o del norte y centro de África huyendo de la guerra, el hambre y un futuro cuyo túnel sin una luz en el fondo que los haga creer que hay una esperanza.
En las costas de Libia donde los distintos grupos islamistas se disputan el poder, entre ellos el ISIS y Al Qaida, las mafias dedicadas al contrabando humano ven su oportunidad de oro para cargar pateras o barcos rescatados del desguace para cargarlos y enviarlos a una muerte casi segura antes de llegar a Malta o a la isla italiana de Lampedusa.
Los gobiernos de la EU reaccionan hipócritamente anunciando nuevas medidas a través de su programa de control de las aguas del Mediterráneo llamado Tritón, que en realidad ha "triturado" a todas esas víctimas que han visto apagarse en esas frías aguas el anhelo de una vida mejor. En la reunión del jueves de los ministros de RREE e Interior la EU aprobó establecer una misión civil y militar que la UE se estudia poner en marcha para capturar y destruir los barcos que utilizan los traficantes de inmigrantes en el Mediterráneo. Pero el torrente humano es un diáfano resultado de lo que la EU y los EEUU han causado en su pretensión de llevar un modelo político, cultural y económico a sociedades que no estaban preparadas ni querían abrazar una forma de vida que en occidente creemos es la más justa. Y probablemente lo sea, pero haber ignorado las advertencias sobre las consecuencias de dicha apuesta y que caían como granizo en el techo de la mayoría de los gobiernos europeos, ha demostrado la ignorancia que estos políticos, incluidos también militares y servicios de inteligencia, tenían sobre la mentalidad y valores de la gente en esos países. O la ambición por el control de las riquezas naturales en dichos países.
Ahora, ante las repetidas tragedias creen que es la hora de hacer algo, cuando tuvieron antes la oportunidad de hacerlo. Suena a una falsa partitura porque esta corriente humana fue provocada en gran parte por aquéllas políticas que con la ayuda de la OTAN derribaron por ejemplo el estable régimen de Gaddafi. No era democracia, pero los libios vivían más seguros en el equilibrio entre clanes y tribus que había establecido el dictador, que la sectaria guerra civil actual. Los franceses bombardearon Libia hasta el final, y hasta la "neutral" Suecia colaboró con la vigilancia aérea de lo que ocurría en territorio libio con sus aviones patrullando las cercanas costas libias. En Siria la UE y la OTAN no intervinieron militarmente pero repartieron armas a diestra y siniestra, armando indirectamente en buena parte a los grupos como ISIS y Al Qaida, los enemigos jurados de la civilización occidental, permitiendo que el país se hiciera añicos antes de colaborar con el repetido llamado internacional de buscar acuerdos políticos entre Asad y la oposición para darle fin a la entonces incipiente guerra civil. El resultado final de estas y otras aventuras con fines "democráticos" lo tenemos a la vista, decenas de miles de personas huyendo y miles devorados por Tritón, el dios mensajero de las profundidades marinas.
En las costas de Libia donde los distintos grupos islamistas se disputan el poder, entre ellos el ISIS y Al Qaida, las mafias dedicadas al contrabando humano ven su oportunidad de oro para cargar pateras o barcos rescatados del desguace para cargarlos y enviarlos a una muerte casi segura antes de llegar a Malta o a la isla italiana de Lampedusa.
Los gobiernos de la EU reaccionan hipócritamente anunciando nuevas medidas a través de su programa de control de las aguas del Mediterráneo llamado Tritón, que en realidad ha "triturado" a todas esas víctimas que han visto apagarse en esas frías aguas el anhelo de una vida mejor. En la reunión del jueves de los ministros de RREE e Interior la EU aprobó establecer una misión civil y militar que la UE se estudia poner en marcha para capturar y destruir los barcos que utilizan los traficantes de inmigrantes en el Mediterráneo. Pero el torrente humano es un diáfano resultado de lo que la EU y los EEUU han causado en su pretensión de llevar un modelo político, cultural y económico a sociedades que no estaban preparadas ni querían abrazar una forma de vida que en occidente creemos es la más justa. Y probablemente lo sea, pero haber ignorado las advertencias sobre las consecuencias de dicha apuesta y que caían como granizo en el techo de la mayoría de los gobiernos europeos, ha demostrado la ignorancia que estos políticos, incluidos también militares y servicios de inteligencia, tenían sobre la mentalidad y valores de la gente en esos países. O la ambición por el control de las riquezas naturales en dichos países.
Ahora, ante las repetidas tragedias creen que es la hora de hacer algo, cuando tuvieron antes la oportunidad de hacerlo. Suena a una falsa partitura porque esta corriente humana fue provocada en gran parte por aquéllas políticas que con la ayuda de la OTAN derribaron por ejemplo el estable régimen de Gaddafi. No era democracia, pero los libios vivían más seguros en el equilibrio entre clanes y tribus que había establecido el dictador, que la sectaria guerra civil actual. Los franceses bombardearon Libia hasta el final, y hasta la "neutral" Suecia colaboró con la vigilancia aérea de lo que ocurría en territorio libio con sus aviones patrullando las cercanas costas libias. En Siria la UE y la OTAN no intervinieron militarmente pero repartieron armas a diestra y siniestra, armando indirectamente en buena parte a los grupos como ISIS y Al Qaida, los enemigos jurados de la civilización occidental, permitiendo que el país se hiciera añicos antes de colaborar con el repetido llamado internacional de buscar acuerdos políticos entre Asad y la oposición para darle fin a la entonces incipiente guerra civil. El resultado final de estas y otras aventuras con fines "democráticos" lo tenemos a la vista, decenas de miles de personas huyendo y miles devorados por Tritón, el dios mensajero de las profundidades marinas.