La España que nos espera estos próximos años será una España envuelta en una nube de conflictos sociales aún más intensa de los que hemos visto hasta ahora. Todos hablan del aplastante resultado a favor del Partido Popular (PP) y de su candidato Mariano Rajoy. Sin embargo el gran triunfador en esta contienda electoral protagonizada hace ya una semana son los renombrados "mercados" y el
partido de la abstención . 12 millones no votaron
, es decir casi un 30 por ciento de los 36 millones de habilitados para votar , esa parece ser la opinión mayoritaria que pone de manifiesto el descontento de una buena parte de la ciudadanía española. El PP triunfador obtuvo poco más de 10,5 millones de votos.
El PP sólo tuvo que aprovechar la debacle socialista (PSOE) que perdió más de 5 millones de votantes para llevarse la mayoría de los votos. Una derrota inapelable que ahora pone a este partido a analizar las causas del fracaso y cómo encarará su política para recuperar la confianza de los electores.
Sin embargo España como país inmerso en la crisis europea tendrá que convencer al resto de la UE que el nuevo gobierno va a seguir el plan de ruta que Bruselas le ha fijado. Y sin chistar.
La economía basada del ladrillo, o sea en la construcción salvaje de viviendas de todo tipo y los créditos basura han sido el mejor ejemplo que ilustra porqué España está tan golpeada por la crisis económica que ha dejado sin empleo a los ya mencionados 5millones de personas, una cifra que puede seguir creciendo según los pronósticos más pesimistas. Una economía que el PSOE no logró desmontar a pesar de que siempre criticó esa estrategia. Y cuando el terremoto de la crisis llegó a España no tuvo respuesta, y los ladrillos pegados con mucha arena y poco hormigón se derrumbaron como un castillo de naipes. El desempleo afecta además indirectamente muchos millones más de personas si contamos a lo hijos y otros adultos que dependen de ese trabajador o trabajadora que como en otras crisis muchos de ellos deben hacer fila a la entrada de los comedores populares para llevarse un plato de comida caliente a la boca.
Durante la campaña electoral, que fue corta porque las elecciones se adelantaron varios meses, pudimos ver cómo el candidato popular Mariano Rajoy, con un discurso que parecía tener grabado en su cerebro con una cinta sin fin, pedía un voto por el cambio y demandaba la confianza de los españoles para otorgarle la suerte de dirigir un gobierno "fuerte", que no dependiera de las "ordenes " de Bruselas. Y esa fue la varita mágica con la que encantó a los que se decidieron a votar por él. Soluciones rápidas, creación de empleo, rebaja de los impuestos, protección a las pensiones. Sin embargo los que conocen a la derecha española,saben que ha ocultado al electorado el remedio que piensan aplicar y que tienen escondido en el sótano de la calle Génova, donde está el local central del partido. Una cura de caballo que muchos de los que depositaron el voto por el PP, probablemente se arrepentirán de haberles dado el poder de aplicarla, cuando sientan en carne propia los efectos de la misma.
A José Rodríguez Zapatero y al PSOE les faltó más determinación y agresividad para contrarrestar a su adversario político que siempre jugó a desprestigiar al gobierno de España en todas las tribunas. No se ahorraban epítetos y adjetivos para pintar de negro no sólo a la persona de Zapatero, sino a las políticas de ahorro y recortes que aplicaba el gobierno asfixiado por los mercados que le subían los intereses de la deuda pública para obligarlo a más recortes y ahorros. Y no porque el PP no creyera que eran necesarias, sino porque no eran suficientemente radicales para rebajar el gasto público, léase salud, educación, empleo, medio ambiente, etc. Ahora a punto de asumir el gobierno dentro de tres semanas y con mayoría absoluta, el PP podrá gozar de un período donde sacarán las herramientas necesarias para hacerlo, aunque Mariano Rajoy parece estar escondido agitando la varita mágica de su campaña, frustrado de que no se produzca el milagro tan anunciado. Los mercados siguen refunfuñando.
No pasaron muchas horas además antes que Angela Merkel y Nicolás Sarkozy le tiraran de las orejas al Rajoy que unos días antes decía que ya tenía todo programado para sacar al país de la crisis. Ahora, refugiado en el local del partido, pide plazos y duda por donde deberá recorrer el
via crucis que tiene por delante, con la cruz de la deuda a su espalda y la mirada atenta de todos los connacionales y los vecinos europeos. Su imagen en estos días nos recuerdan a aquél George W Bush en el documental
Fahrenheit 9/11 de Michael Moore, cuando sentado frente a un grupo de niños del preescolar, le comunicaron que EEUU estaba bajo ataque. Bush siguió sentado leyendo sagas con los niños. Rajoy estará también impasible, y con la mirada perdida imaginándose la leyenda de España en la que tanto creyó, esperanzado de que al fin alguien le quite esa varita mágica inútil de sus manos, y le pongan la motosierra en sus brazos, esa que siempre se negó a mencionar mientras estuvo en campaña y en la oposición. Y es que el partido de "los mercados" no espera.